Las derivaciones de un concurso que premiaba a jóvenes por tomar la mayor cantidad de tequila posible, en una fiesta organizada por un grupo de padres de alumnos de una escuela secundaria de Santiago del Estero, vuelve a poner en el centro de la discusión el tema del consumo de alcohol de adolescentes y jóvenes, y el papel que les corresponde a los padres a la hora de fijar los límites, ante un hábito cada vez más usual.

Ante este hecho hubo todo tipo de acusaciones contra los organismos encargados de controlar este tipo de fiestas pero, principalmente, contra los padres que estuvieron esa noche.

Sin controles efectivos y progenitores cada vez más permisivos, cada vez son más los adolescentes y jóvenes que se hacen proclives al consumo de bebidas alcohólicas, con los problemas sociales y personales que éste hábito plantea.

Una encuesta entre alumnos, de ambos sexos, en el ámbito bonaerense determinó que el 82% de los adolescentes que concurren a la escuela secundaria consumen habitualmente bebidas fuertes como vodka o gin. De ese total, casi el 80% dijo haberse iniciado antes de los 18 años y un 57 % a poco de haber cumplido los 14. Estos tragos son los más elegidos tanto en bares como boliches, pero también hay que tener en cuenta el consumo de cerveza en los hogares.

Los motivos por los que los jóvenes y adolescentes consumen bebidas alcohólicas son numerosos, pero hay dos determinantes; uno de ellos es la potenciación de la actividad psico-física (alegría, euforia, superación de la timidez y retraimiento y mejoría del estado de ánimo.), y el otro la posibilidad de diversión e integración dentro del grupo de amigos. Muchas veces esto es promovido en los chicos desde pequeños por los propios padres, quienes festejan cuando el niño prueba un vaso con bebida alcohólica o se jactan de que el nene no hace "cara fea" a ningún trago, o que el hijo será un gran bebedor de grande. Todo esto contribuye con lo que luego es la base de un problema crónico en la adultez, como es el alcoholismo.

La falta de controles y la gran promoción que hay entorno al consumo de alcohol, en fiestas nocturnas, boliches y bares, hace que luchar contra este flagelo sea una tarea dura para los padres. Ellos deben intervenir con un mayor diálogo, consejos y quitándoles los medios para evitar este desenfreno.