Continuando con el tema de los glaciares y minería, recordaremos que nuestra Puna seca tiene escaso hielo arriba de los 6.000 metros. Donde sí se desarrolla un importante ambiente glacial es en la Cordillera Real de Bolivia, donde los vientos húmedos amazónicos descargan hasta 5.000 milímetros anuales en los valles de Yungas y el resto de la humedad se estrella contra la cadena montañosa que bordea el Altiplano entre los cerros Illampu al norte y el Illimani al sur, superando ambos los 6.400 metros. Ahora bien desde que Alvaro Alonso Barba escribió en 1640 su famosa obra "El Arte de los Metales”, se sabe que donde hay minerales no hay hielo. Precisamente él aconsejaba a los prospectores mineros de la época colonial que se fijaran después de las nevadas aquellos lugares donde no se acumulaba la nieve porque esa era una guía de que allí podía haber un depósito mineral. Y esto ocurre por una razón muy simple y es que los minerales en su mayoría son sales y la sal tiene la propiedad de evitar el congelamiento del agua. Esa es la causa por la cual el agua marina del Ártico o del Antártico no están congeladas a pesar de estar bajo cero grados y también el motivo por el cual se agrega sal en los caminos para derretir la nieve. De todos modos la minería se puede hacer en forma segura haya o no haya glaciares, y así se realiza en Rusia, Canadá o Alaska con grandes extensiones cubiertas por los hielos.
Si de algo estamos seguros es de que hay que prohibir cualquier actividad contaminante (que fehacientemente se demuestre que es contaminante) y no por un power-point o un mail de internet elaborados en usinas mediáticas con actores de cara-bonita.
La ley de glaciares fue otra de las leyes del Obelisco para dinamitar el desarrollo social de los pueblos cordilleranos de un país centralista que se dice federal. Con esa ley retorcida en sus definiciones básicas, con periglaciares desconectados de los glaciares, con un sustento ideológico de prohibición antes que de conservación, nada (no sólo la minería, la actividad petrolera, u otras) se podría realizar en esas regiones heladas cordilleranas (esto es ni túneles, ni caminos, ni gasoductos, ni líneas de alta tensión, ni energías limpias o renovables). Finalmente rescato una frase del ex diputado Luis Felipe Sapag quién decía: "El desarrollo es inexorable; no es posible la vuelta atrás en la dependencia de la humanidad respecto de la tecnología y la utilización masiva de los recursos naturales: si se hiciera caso al reclamo ultraecologista, en pocos meses desaparecería catastróficamente, por hambre y enfermedades, la mitad de los seres humanos”. Está claro que el uso de los glaciares y otros íconos ambientales que se usan para atacar arteramente a la actividad minera son una pantalla engañosa en contra del desarrollo legítimo de los países aún subdesarrollados.
(*) Doctor en Ciencias Geológicas (UNSa-Conicet). Diputado provincial, Salta.
