El famoso albardonero don Carlos Montbrun Ocampo, gran conocedor de las costumbres y las peculiaridades sanjuaninas, nos ha legado variadas descripciones de aquellas tradiciones que en el pasado nos identificaron. Sus variados cuadros acerca de nuestro paisaje cultural han quedado bellamente plasmados en su profusa obra musical e interpretativa, la cual por suerte, de alguna manera u otra continua vigente.

Así, por ejemplo, el popular y vistoso carnaval de nuestra tierra ha quedado admirablemente registrado en su conocida cueca "En Ullum están chayando", una atractiva composición cuyana, en donde nos pinta bellamente cómo eran nuestros carnavales en antaño. Don Carlos secciona, no impensadamente, al departamento de Ullum. Este es un espacio geográfico que posee un pasado histórico muy rico, caracterizado por la laboriosidad y el ímpetu de sus habitantes, junto al natural deseo de la diversión y la algarabía. Es así que se destacaron las fiestas carnestolendas, teniendo un brillo excepcional. En un pasado no muy lejano sus habitantes se entregaban por completo a festejarlo y a vivirlo. Canales y acequias servían para que cada persona, sea con baldes o cualquier recipiente diera rienda suelta a su alegría y se chayara jubilosamente. Este hecho fue la fuente que inspiró a don Carlos, apasionado de las costumbres locales, a componer su conocida cueca. En ella nos habla de aquellas típicas tinas o tinajas sanjuaninas, las cuales eran útiles para almacenar o recoger el agua: "En Ullum están chayando, ha llegado el carnaval, llenen todas las tinas de agua, agua fresca del manantial…". También hace referencia a los grupos sociales más característicos o populares, entregados a la algarabía, las parrandas o bailes criollos, actuando aglomeradamente: "Ya se vino la chinada, ya se acercan en tropel, prepárate a la remojada y aprontarse a bailar después…". Igualmente determina con ojos observadores, las diferencias del carnaval del campo con respecto a la ciudad, refiriéndose al agua utilizada para chayar: "Linda, linda va la chaya en Ullum y la ciudad, por allá con perfume y flores, aquí agüita y amor nomás…". También no faltan la referencias metafóricas del amor, el cual es el condimento infaltable en los carnavales. La chaya y los bailes con sus privativos códigos permitían un acercamiento personal, con la manifiesta intención de entablar una relación amorosa o un noviazgo: "Salpicarla con esa rama, espolvorearla con almidón, y cuidarse que una serrana no te chaye el corazón…".