Los piquetes y las movilizaciones provocadas por grupos de agitadores en la vía pública son condenables métodos de apriete, o de provocaciones de inadaptados que utilizan la repercusión mediática del escándalo para lograr sus fines extorsivos, o plasmar en pintadas insultantes las exteriorizaciones sectoriales.

Cualquiera sea la intención de hacerse notar por la fuerza choca con la convivencia civilizada, en particular de la que los sanjuaninos que nos enorgullecemos, porque a pesar de las diferencias circunstanciales, la paz que reina en la provincia es resultado del diálogo y el consenso con que se arreglan los problemas.

Actuar intempestivamente, sin haber agotado cada una de las instancias administrativas y judiciales que ofrece una sociedad organizada, es violentar la estructura institucional y, fundamentalmente los derechos y garantías constitucionales. Cortar una calle, interrumpir los servicios básicos o paralizar las actividades docentes y productivas son acciones extremas que están más bien pensadas para alterar el orden a fin de presionar a las autoridades. Por su parte el vandalismo, que depreda y daña no tiene otra explicación fuera de la figura delictiva.

Pero estos hechos, cuando son blanco de símbolos patrióticos, culturales o religiosos, llegan profundamente a la ciudadanía porque hieren además los sentimientos. Una muestra de esta falta de respeto lo exhibe el frente de la iglesia Catedral, dañado con leyendas en aerosol que son difíciles de borrar porque fueron hechas sobre la pared de piedra de la fachada. Fue la culminación de un festejo futbolístico que quedará como recuerdo de una afrenta gratuita no sólo a los católicos sino a todos los sanjuaninos porque la iglesia mayor es referente turístico y lugar de encuentro de acontecimientos trascendentes, incluso de grandes celebraciones deportivas.

El otro episodio, fue la ocupación del templo por unas 300 personas del "Polo Obrero" que irrumpieron hasta con niños en demanda de respuestas del Gobierno a sus exigencias de viviendas. No era la casa de Dios el lugar indicado para pedir casas y, menos para ejercer la prepotencia ocupando, violando y mancillando un lugar sagrado para todo el pueblo de San Juan.

Pero en uno y otro caso, los desmanes con daños materiales y espirituales ya estaban hechos.