Según datos de la Policía de San Juan ya son más de 122 los muertos en accidentes de tránsito contra 130 registrados el año pasado, lo que significa desde una lectura crítica, un sensible aumentado de hechos ocasionados por conducir con irresponsabilidad. El 60% de la estadística corresponde a motos y bicicletas y el resto se distribuye entre autos, ómnibus, camiones y otros vehículos.

La accidentología dentro del mapa social y económico de la provincia es una rama que pone de relieve múltiples factores que llevan a un resultado con un marcado incremento para cercenar vidas inútilmente, produciendo tragedias y caos. El descuido de las personas al volante; la falta de mantenimiento del parque automotor, en unos casos vetusto y en otros con fallas mecánicas a pesar de ser relativamente nuevo, provocan colisiones inesperadas con desenlaces crueles.

También los semáforos, cuyo funcionamiento a veces falla, la ausencia de señales viales y el mal estado de la calzada, inciden en este índice. La costumbre de los peatones de transitar por zonas indebidas es, asimismo, un disparador de situaciones adversas en su propio perjuicio. Una distracción en el manejo; los valores elevados de alcohol y de otras sustancias en la sangre y la falta de concentración -caso del uso de celulares- contribuyen a generar situaciones críticas.

A este contexto se sumaron últimamente el clima que nos trajo una inesperada primavera invernal, ya que los cambios bruscos de temperatura contribuyen a crear problemas en la circulación, particularmente por la alta velocidad, el tránsito pesado, e imprevistos que llevan a circunstancias lamentables.

Los graves accidentes carreteros impactan en la sociedad. Él, o los involucrados, requieren de un oneroso servicio de emergencia que si bien está presto para salvar vidas, a veces no llega a tiempo, y acarrea problemas mayores. Pero lo verdaderamente importante es la vida humana ya sea la propia o la de los demás y este binomio que se une al azar en esos momentos se conjuga para darnos una idea de totalidad en el daño ocasionado. El deceso o las heridas perjudican a las familias, a los trabajadores, a la economía y al conglomerado social.

La salud es un valor inestimable y evitar accidentes no solo contribuye a la tranquilidad de la comunidad sino al progreso general de un pueblo.