Una placa colocada al centro de la plataforma exterior de la que fuera la estación del Ferrocarril San Martín en nuestra ciudad, recuerda que fue inaugurada por el presidente Julio A. Roca, el 12 de abril de 1885, hace exactamente 125 años. Basta recorrer su andén y detenerse cara al Sur, para imaginar su actividad por más de cien años.
Aceitar las máquinas diariamente y revisar los frenos imponía una obligación en los mecánicos cada vez que el convoy iba a salir. Dejar que los vagones se oxidarán era parte de una tradición, pero también, de vez en cuando, que una locomotora estrenara color.
La llegada del tren era una verdadera algarabía y la estación siempre un mundo de gente, donde maquinistas, fogoneros, guardias, lugareños y pasajeros se aglomeraban en un mismo lugar.
La historia de los ferrocarriles argentinos estuvo siempre íntimamente vinculada con el desarrollo civilizador de la República y la unidad nacional, pero para San Juan, también, significó salir del ahogo del aislamiento a través de la confianza en el progreso.
La construcción de la primera línea férrea en Argentina fue el producto de la coincidencia de iniciativas y capitales netamente argentinos que se concretó con el correr del tren de ensayo traccionado por "La Porteña". En 1867, el Gobierno de la Nación dispuso la elaboración de estudios de factibilidad de una línea que uniera Villa María y Río IV (Córdoba) con Villa Mercedes (San Luis) y la prolongación hasta Mendoza y San Juan. Su construcción se inició tres años después totalmente financiada por el Estado. Mientras, el tramo final de la línea desde Villa Mercedes a San Juan se ejecutó por la empresa particular Ferrocarril Andino, bajo la dirección de los ingenieros Juan y Mateo Clark, chilenos, y de un sanjuanino, Matías Sánchez; quedando unidas entre sí las tres provincias cuyanas con la ciudad de Rosario, mediante el empalme de Villa María.
En el primer viaje arribó el presidente Roca, acompañado de otros que lo seguirían en la investidura: Juárez Celman, Luis y Roque Sáenz Peña, recibidos por el entonces gobernador Carlos Doncel. La visita duró tres días de festejos que incluyeron un suntuoso banquete y baile que fue iniciado por el presidente y la primera dama sanjuanina, seguido por otra velada no menos pomposa ofrecida por Roca a modo de retribución a las atenciones dispensadas.
Lo que alguna vez representó para el viajero días de terribles proezas franqueando travesías a caballo, en mula y, de vez en cuando, en carruaje, poder viajar de un lugar a otro se convirtió en una realidad de prosperidad que permitió, además, el desarrollo de los recursos de la provincia y le proporcionó a San Juan un medio para llegar al puerto y con él a los grandes mercados del mundo. Al paso de la locomotora surgieron nuevos poblados, a los costados de la vía aparecieron un día un jacalón, otro día otro, que hicieron las veces de estación, de oficina telegráfica, casilla del guardabarrera, fondas y hasta de viviendas.
Con el andar del tiempo, el primitivo Ferrocarril Andino absorbido por la empresa de capital inglés Gran Oeste Argentino, sería adquirida a su vez por el Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico y comprado a los ingleses por el presidente Perón como propiedad del Estado nacional, patrimonio que se fue perdiendo a lo largo de sucesivas décadas, al ser enajenado por empresas privadas.
Entonces, el adiós y las lágrimas en el que quedaba y, más tarde, la nostalgia en aquellos que veían alejarse la ciudad, a la par que nuevos paisajes se garabatean del otro lado de la ventanilla; el sonar de los tacones apresurados, el olor ennegrecido del petróleo quemado y el estruendoso silbido anunciando la partida ya no serían para las personas que se despedían para emprender su viaje. El adiós sería para el ferrocarril de San Juan que dejaba de existir en esta ciudad.
Hoy, sus talleres y estación se han transformado en un anclaje cultural y al caminar bajo su alero de puntilla de latón pareciera que otra época vive. Mientras el ahora, expectante y nervioso, pretende avistar al filo del andén que aparezca en el horizonte una nueva tecnología que en los años venideros impresione nuevamente, como lo hizo hace 125 años el ferrocarril, a los sanjuaninos que les toque en suerte presenciarla.
