En Perú, donde se registra un clima de inseguridad similar al de nuestro país, a través de las redes sociales se está promoviendo el linchamiento de los delincuentes, lo que ha generado un estado de alerta y preocupación en varios sectores vinculados a la conducción política y espiritual del país, por la forma en que está reaccionando la gente.
Quienes fundamentalmente se oponen a esta metodología son los representantes del clero, que se han manifestado totalmente en contra de la campaña denominada "Atrapa al ladrón y déjalo paralítico”, por considerarla cruel y representar una actitud de barbarie que no conducirá a la solución del problema que tanto preocupa a la sociedad.
Este llamado al linchamiento, que en el Norte de Perú llevó a que grupos de campesinos entierren vivos a los ladrones atrapados infraganti, se está potenciando porque la población está indignada por el clima de inseguridad y la corrupción en los poderes del Estado. Se considera que no es efectivo el accionar de las fuerzas de seguridad y los organismos encargados de administrar justicia y por ello se está haciendo más evidente la justicia por mano propia.
Otro de los aspectos que más preocupan es que las imágenes de la violencia que se está ejerciendo y que están en circulación, en lugar de provocar rechazo están atrayendo a otros a unirse a esos actos de violencia.
Por ello los representantes de la Iglesia están abocados a aclarar que la solución a los problemas de delincuencia no pasa por ejecutar linchamientos populares. Sostienen que se sabe que se está en el límite y que no se puede seguir viviendo en medio de ladrones, pero que en esta sociedad el ojo por ojo y diente por diente no funciona, ni debe funcionar.
