Son muchos los temas que deberían tener prioridad en la agenda legislativa nacional. Lamentablemente, en los últimos años los legisladores de la oposición debemos correr detrás de las iniciativas del Poder Ejecutivo que somete al Parlamento a una especie de plebiscito constante de acuerdo a sus urgencias políticas, económicas y revanchas o venganzas contra determinados grupos de poder. Por estas razones es que muchas veces sentimos que existe una notoria falta de voluntad para abrir debates sobre otros temas que la sociedad espera y demanda sean abordados con positivas expectativas de cambio. Uno de ellos es el tema de la ingesta no controlada de alcohol y sus graves consecuencias sobre todo en lo referido a seguridad vial.

Los últimos casos conocidos, con mucha exposición mediática por tratarse de hijos de "’famosos” como fueron los casos de Aliverti y la modelo Bárbara Durand, pusieron nuevamente el tema en la consideración pública porque más allá de estas dos situaciones mencionadas existen una infinidad de hechos anónimos donde la irresponsabilidad de algunos conductores alcoholizados dejaron víctimas fatales, esto dentro de un marco general donde la cantidad de muertes por accidentes de tránsito no dejan de crecer en los últimos años.

Existen proyectos, algunos con media sanción cuyos autores son legisladores oficialistas, que buscan modificar el Código Penal con el fin de castigar con penas más severas a los conductores alcoholizados y muchos más a aquellos que provoquen accidentes. Estas iniciativas deben ser tratadas con premura, responsabilidad y conocimiento jurídico, porque en la actualidad las muertes causadas por accidente son calificadas como "’homicidio culposo” porque se entiende que el autor actuó con impericia y negligencia y no con voluntad o intención concreta de matar a otro y el alcohol en esas circunstancias suele ser un factor que libera o alivia en lugar de agravar las penas.

Pero ¿agravar las penas es la solución? No estamos en condiciones de afirmarlo, seguramente es el reclamo que unifica a los familiares de las víctimas y es por demás entendible que así sea, por eso es que debemos trabajar en una serie de acciones que atiendan la situación procesal de los victimarios, el resarcimiento económico de las víctimas, pero también que ataquen la cuestión de raíz con campañas de prevención que nos atosiguen hasta el convencimiento de los efectos nocivos que produce el consumo en exceso de alcohol.

Necesitamos alertar sobre sus consecuencias graves cuando genera casos de inseguridad vial pero también sobre su implicancia en hechos de violencia familiar, en la salud y en los desbordes que suelen tener algunos jóvenes culpa de ese consumo desmedido en las ya tradicionales "’previas” a la que muchas veces los padres asisten pasivamente, tomándolo como un rito juvenil y sin medir la gravedad de la situación.

Los legisladores debemos asumir la responsabilidad y el compromiso de tratar el tema del consumo de alcohol en exceso tomando en cuenta todas sus consecuencias y esto es mucho más que modificar el Código Penal y aumentar penas, que en definitiva serían sólo una de las aristas que debemos considerar.

(*) Diputada nacional ARI-CC, Chaco.