No hace mucho tiempo varios centenares de jóvenes, y otros que no lo eran tanto, se manifestaban en forma pública y carnavalesca, a favor de la legalización del consumo, distribución y venta de la marihuana. Se trata de un tema de extraordinaria importancia para la Argentina en este momento, aunque varios millones de personas creen otra cosa.

Al fin y al cabo el país es signatario con todos los países del mundo de tres Convenciones Internacionales (1961, 1971 y 1986) que dicen lo contrario. O sea que penalizan el cultivo, la distribución, el pasaje por fronteras.

En cambio como se debatió y decidió en el Congreso Nacional en el año 1989 en nuestro país no se penaliza en particular el consumo. La ley 23.737, vigente hasta hace poco, no incrimina al consumo sino a la tenencia. Se entendió en aquel año que el consumidor está o puede estar enfermo o necesitado de un consumo en forma tal que se altera su equilibrio psíquico. Y que en vez de perseguir consumidores, se debe en cambio perseguir distribuidores, traficantes y cultivadores. Todos los que afectan la salud pública.

Cuando hace pocos meses se voto en California la Proposición 19 que se parece a lo que aquí buscan los manifestantes, fue ampliamente derrotada por los votantes, como lo señalan las encuestas de nuestro país aquí ocurriría lo mismo. Este intento de confundir a la opinión pública tiene algunos sostenedores sorprendentes que hasta han inventado una terminología banal que dice que hay consumo recreativo y consumo problemático. Esto no es así ya que no hay forma de evitar que el consumo sea problemático, ni se trata de una cuestión de dosis. Hay gente que ha tenido paros cardíacos con poco consumo de droga. Y no podemos pensar que fue una experiencia "recreativa”. Así que deberíamos descartar estos conceptos destinados a confundir a la opinión pública.

La misma debe ser capacitada en el manejo de un contexto social donde la droga adquiere un perfil mágico que la vuelve deseable. Para ello se instrumentan acciones y campañas y se difunde información trucada como es el caso de conocidas revistas de sospechosa financiación.

La tarea de prevención que debe ser desarrollada por las familias, por los centros culturales y deportivos y por las escuelas en todos sus niveles, debe ilustrar sobre los riesgos del consumo de drogas (incluyendo el alcohol), y sobre los eventuales daños que pueden resultar irreversibles.

Lo contrario parece parte de un proceso en que determinados políticos, figuras de la farándula, periodistas inescrupulosos y otras hierbas no vacilan en distorsionar la conciencia de la realidad de un fenómeno que en algunos casos perjudica a jóvenes y adultos. En uno de los extremos afecta a niños que no han realizado o completado su escolaridad. En el extremo etario opuesto afecta a ciudadanos de tercera edad que no encuentran un marco social adecuado en el proceso de envejecimiento y al recorte de su actividad y que resultan afectados por la automedicación en muchos casos excesiva con psicofármacos.

El problema debe ser asumido por todos los que trabajan con jóvenes y estimado sin banalidades y sin improvisar conocimientos. Hay que aprender a enseñar la prevención y esta tarea no puede demorarse.

Nuestro amigo y compañero de luchas el Padre "Pepe” Di Paola dijo en el documento de los Sacerdotes villeros: miren lo que pasa en las villas donde la droga está despenalizada de hecho e imaginen lo que sería extender esta epidemia todas las regiones sociales del país.