Se ha dicho con razón que el catolicismo popular en el vasto territorio latinoamericano es de santos, pero esencialmente es mariano. La cantidad de devociones marianas que existen, con sus respectivos santuarios es un reflejo de esta aseveración. En este hecho tuvo que ver la evangelización inicial o preliminar, perteneciente a la época colonial, en la cual tuvo una fuerte presencia la Iglesia como institución, hecho éste que marcó el inicio de los cultos marianos y que luego dará origen a un catolicismo latinoamericano, con rasgos un tanto diferentes al europeo. Una característica de estas advocaciones es que son sincréticas, es decir que a partir de la implantación de las devociones netamente ibero-católicas, los pueblos originarios le otorgaron o sumaron una resignificación, recreación cultural fundamentada en sus mitos, creencias y ritos.

Existen tres devociones marianas, distantes geográficamente, pero con rasgos semejantes o historias parecidas. Uno de los cultos más representativos es el de la Virgen de Guadalupe en México. Las diferentes apariciones de la Virgen a un indígena llamado Juan Diego, visiones estas que le indicaron la construcción de un templo, fueron el inicio de una de las devociones marianas más distintivas de nuestra Latinoamérica y cuyo culto posee algunos rasgos culturales como algunas ceremonias y formas rituales pertenecientes a las culturas aborígenes.

Otra devoción es la ofrendada en Ecuador a la Virgen del Quinche, en el pueblo del mismo nombre. La milagrosa imagen que tallara Diego de Robles -hace 500 años- convoca a una verdadera multitud que parten en romería hacia el santuario durante el mes de noviembre. La festividad religiosa ostenta de variadas tradiciones típicas de pueblos indígenas ecuatorianos, como son el rezo de plegarias en quechua o jíbaro. Y por último y muy enraizada en el mundo andino, tenemos la devoción a la Virgen de Nuestra Señora del Rosario de Andacollo, culto que está aglutinado en la zona cordillerana andina, principalmente en la de nuestra provincia. La devoción surgió siglos atrás en la localidad chilena de Andacollo, a partir de hechos históricos verosímiles, mezclados con leyendas. El culto se irradió por todo San Juan, aunque la mayor cantidad de templos y cultos familiares están concentrados en el departamento de Iglesia y Calingasta. Es esta una advocación mariana que denota rasgos culturales característicos de ancestrales culturas andinas, como los particulares bailes danzados por los "chinos de la Virgen", infatigables danzantes que cada 26 de diciembre consagran su esfuerzo físico como ofrenda a la "Virgen Morena".