El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina elaboró el estudio "Déficit de acceso a servicios públicos domiciliarios y de infraestructura urbana”, a través de un relevamiento realizado entre 2004 y 2009. Los datos muestran que, tras seis años de crecimiento económico, si bien hubo mejoras en la provisión de servicios domiciliarios y de infraestructura urbana en las grandes ciudades, aún persisten elevados déficit habitacionales estructurales en ciertos segmentos sociales.
El trabajo indica que en 2009 el 12,6% de la población urbana del país no tenía acceso a agua corriente, el 35,5% no estaba conectada a la red cloacal y el 25% no tenía gas por red. Asimismo, la precariedad en la infraestructura, producto de la escasa o nula inversión pública o privada, llevaba a que el 43,5% de las personas careciera de desagües pluviales en su manzana y que el 25,7% tuviera calles sin pavimentar.
En Argentina se ha creado una cultura de la marginalidad que luego exige vivir en algún lado, usurpando lugares públicos. La inversión estatal en la construcción de viviendas ha llegado a los sectores más bajo de los asalariados formales, pero ignoró a las clases más bajas de indigentes que trabajan en la informalidad. Un estudio del Ministerio de Planificación, sobre la base de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), del INDEC, demuestra que el déficit habitacional es grande y que, aún en los casos en los que existe una vivienda sus condiciones son muy precarias. De los 7.245.436 hogares estimados por la EPH, que abarcan a 24.007.368 personas (70% de la población), hay 1.799.994 en condiciones deficitarias.
En cuanto al régimen de tenencia de viviendas, poco ha cambiado en la Argentina en los últimos años. El porcentaje de propietarios en 2004 era igual que el que se registró en 2009, el 71%, mientras que los inquilinos pasaron de 13 a 15%, y los ocupantes, de 16 a 14%, y 1.572.259, el 21,7%, presentan condiciones de hacinamiento. Este es uno de los principales aspectos del déficit habitacional cualitativo de nuestro país y una de las consecuencias del déficit cuantitativo, ambos de muy lenta reducción en las últimas tres décadas.
La construcción de nuevas viviendas no es la solución definitiva si no se acompaña con un programa de desarrollo económico y social: brindar salud, educación, contar con Correo, Registro Civil y programas laborales productivos, pues de lo contrario, lo que se edifique se convertirá muy pronto en nuevas áreas marginales.