Existe un enfoque específico de la comunicación: hablar y escuchar, siendo este último quizás el más importante porque la comunicación eficaz comienza y culmina con saber escuchar.
En los agitados días que se viven, los escuchas activos son cada vez menos críticos y no abundan, por el contrario mantienen hasta una marcada indiferencia que figura como una estrategia para ignorar, para diferenciar, para discriminar.
La acción de comunicar, que no debe ser "ruido” ni "acto fallido” sino un "dar sin empobrecerse”, se transforma en un continuo círculo de acción y reacción a través de un bien compartido de una transmisión de valores y no del simple dato ni la información pura sino la habilidad periodística de convertir el dato, el hecho, el suceso en un una noticia veraz y comunicable de interés general y con fundamento.
Para algunos es difusión de cultura y para otros, los que devalúan el proceso informativo mediático, es moneda de un día.
Interesante es hablar desde ese lugar de la comunicación no violenta, cuyo día se celebró recientemente, en recuerdo a un referente, el gran pensador hindú Gandhi.
Si la sabiduría oriental nos inserta en la exaltación del pacifismo no es menos cierto que en estos días ésta cobra gran auge ante tanta violencia, que rompe la trama social y provoca nuevas actitudes que sorprenden por su furia y su ira.
Una situación ideal dentro de la denominada comunicación no violenta es conectarse con los demás tratando de percibir lo que ellos piensan, sienten y necesitan. Esta premisa debe ser primordial en todos los ámbitos: político, económico, social, cultural y hasta familiar, base de toda sociedad sana. Se establece así una corriente de comunicación de doble vía, que desarrolla una actitud esencial: la empatía, es decir, ponerse en el lugar del otro.
Aún desde esta terminología concreta del área comunicacional podemos entendernos si atendemos, comprendemos y ejecutamos, porque se puede hacer sin haber entendido ni atendido; se puede atender, entender pero no hacer. Participa acá la voluntad desde lo individual hasta lo grupal y esa palabra movilizadora nos enfrenta al éxito.
El siglo XXI nos propone escenarios diferentes y paradigmas complejos, barreras y muros. La comunicación no violenta nos ayudará a saber observar, proponer, peticionar y resolver con una inteligencia superior los problemas cotidianos porque se basa en la razón, la serenidad de espíritu y la capacidad prospectiva de hablar y realizar sin dañar.
