Los resultados de los desastres ecológicos se toman en cuenta en forma parcial cuando un hecho infrecuente azota la tierra, luego pasa un tiempo y se olvidan los riesgos si el acontecimiento no se ha relacionado directamente con la vida de quienes opinan. Tal vez ocurra con la gigantesco derrame de petróleo provocado por la explosión de una plataforma de extracción en el Golfo de México, que ya llegó a diez reservas naturales en Mississipi y Luisiana y avanza hacia La Florida. Se calcula que el impacto ambiental del accidente tendrá consecuencias catastróficas para el continente y podrían producirse algunos cambios inesperados en áreas costeras no avasalladas hasta ahora.
La relación de la vida humana con las fuentes de la naturaleza existe, y los hábitos del hombre seguramente habrán de cambiar cuando los riesgos sean más visibles, por ejemplo con el agua. El 75% del planeta está cubierto por agua, que en un 97,5% es océano, lo cual deja un 2,5% de agua dulce. De esta última cantidad, 70% es hielo y un 30% de agua subterránea a la que el hombre puede acceder. Gran parte de las napas freáticas está contaminada, lo que hace que sólo se pueda disponer de menos del 1% de agua dulce que existe en el planeta.
Esto equivale a que sólo un 0,007% de toda el agua dulce de la tierra sea accesible para el uso humano directo y no todos tienen agua potable. De esa cantidad, aproximadamente el 70% se utiliza para regar, el 22% es para uso industrial y sólo el 0,08% es para uso doméstico.
Es indispensable que el hombre de todas las latitudes tenga acceso pleno al agua potable. Es muy posible que esa relación espontánea del hombre con el agua no sea infinita y que lleguen los tiempos en que su uso será calculado de manera que hoy no nos imaginamos. El hecho de que sólo el 0,007% del agua que tiene el planeta es accesible para el uso humano directo está indicando que aunque hasta hoy no haya limitaciones que superen a la naturaleza, en un futuro podrá haberlas. Por ello se avanza en la optimización de los sistemas de desalinización del agua de mar, un proceso complejo que la tecnología está simplificando con buenos resultados, según se observa en el aprovechamiento que realizan con este método varios países.
El inolvidable navegante y ecologista Jacques Cousteau, cuando presidió un importante congreso en Río de Janeiro, antes de su discurso pidió un vaso de agua, lo bebió y dijo "quiero que todos los hombres de la tierra puedan beber agua".
