Las expresiones multitudinarias con motivo del Bicentenario revelaron que la gente se une -sin tener en cuenta las ideas políticas- cuando se trata del país, de un país como el nuestro que ha vivido algunas contradicciones que dejaron su marca.
La gente vivió la fiesta de la unión, del diálogo, de la esperanza y ello no debería perderse si se quiere entrar en una etapa de conciliación y de proyección de la identidad nacional.
El estar compartiendo horas y horas los festivales que se dieron en el centro de las grandes ciudades, fue un hecho sincero y que tal vez le hacía falta a la Argentina.
Una opinión que fue estimada. El cardenal Bergoglio en el Tedeum del día 25 sembró dos ideas igualmente sinceras que no deberán ser olvidadas.
Ellas son "esta celebración merece un gesto de grandeza" y "pedir perdón por privilegiar las ideas sobre la realidad histórica de la Nación".
Y, es verdad , no se puede gobernar entronizando la ideología porque ello carece de razonabilidad histórica y de justicia para con la ciudadanía ya que cada ciudadano tiene el derecho de adherir libremente a las ideas.
Sucede que el ciudadano no proyecta sus ideas, esta convencido sobre su validez y desde ese ángulo de la reflexión vive su vida en la comunidad. Es decir, respeta las ideas ajenas.
La ideología es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona y aunque esa persona esté representando el gobierno del país no tiene porqué fomentarlas.
Por ello, cuando se hace indebidamente, se utilizan tonos confrontativos muy alejados de la unidad que el pueblo supo expresar en la celebración del Bicentenario.
La confrontación debe ser reemplazada por el diálogo y aunque estos términos son opuestos, recorrer el camino entre ambas situaciones allanará muchas dificultades y prevendrá posibles errores.
El país se expresó a favor de la avenencia -convenio, transacción- en momentos que en general ciertas situaciones se veían con serias dificultades.
Por empezar, se dice que se han gastado ya todo el dinero del presupuesto de este año. Por ello decidieron recurrir a los DNU o decretos de necesidad y urgencia.
Recurso éste que fue estimado como destinado a situaciones muy especiales por la Corte Suprema de Justicia, hecho que redujo las acciones del gobierno.
No debe ser soslayado el hecho del Bicentenario que todos leyeron como un paso agigantado hacia la unión de los argentinos más allá de cómo se piense y sienta respecto de la política.
Ese acontecimiento debe ser leído como un ideal para el cual se ha dado el paso inicial, paso estimulado por la fuerza que produce el sentido de la unión.
Ahora hay como un acuerdo primario en el que se restaron la ideología y los intereses sectarios para abrirle las puertas a otro acontecimiento de más poder.
Es la unión la que va a impedir la indiferencia y o los atropellos.
