Casi al final de la octava jornada de intensos ataques israelíes contra la Franja de Gaza y disparos de cohetes desde el enclave palestino, el anuncio del alto el fuego viene a aliviar a la población civil de la región. De modo sistemático, la esencia de las relaciones entre Israel y Palestina radica en preguntarse respecto a cómo terminará la situación en Gaza.

Ésa ha sido la cuestión en todas las ofensivas militares de Israel destinadas al fracaso durante los últimos 16 años: la Operación Viñas de Ira, en el Líbano; la Operación Plomo Fundido, en Gaza entre diciembre de 2008 y enero de 2009 que dejó 1.400 palestinos muertos y 13 israelíes y ahora la Operación Pilar Defensivo, todas ellas iniciadas en vísperas de elecciones generales en Israel.

En 1907, el sionista Yitzhak Epstein escribió un artículo llamado "La pregunta escondida”, en el que señalaba: "Nos hemos olvidado de un pequeño detalle; nuestra amada tierra está ocupada desde hace siglos por una nación que no tiene la menor intención de irse”. El sionismo, advertía Epstein, debía enfrentar y resolver "la cuestión árabe” y en estas circunstancias, para el premier israelí Benjamin Netanyahu, ante los cohetes lanzados por los árabes, la pregunta era qué hacer: redoblar la apuesta o proseguir con las negociaciones de un alto el fuego.

Se prefirió volver al pasado y repetir acciones que hicieron fracasar la paz. Y ahí estaban de vuelta esos esquemas: niños palestinos entre las por lo menos 100 víctimas fatales que se produjeron en Gaza, tres israelíes muertos por los cohetes, los edificios del gobierno palestino destruidos por las bombas, los diplomáticos desesperados por lograr un cese del fuego, el Congreso de Estados Unidos aislado por su apoyo genérico a lo que sucede, Israel tanteando un final de partida plausible mientras crecía la furia en toda la región.

Es necesario restaurar urgente la calma en la zona, cumplir fielmente cada uno de los puntos del alto al fuego entre Israel y Hamas, pero también alcanzar un acuerdo de largo alcance que esté basado en la solución de dos Estados en los que israelíes y palestinos puedan vivir lado a lado en paz.

Medio Oriente se abrió al mundo. Los jóvenes árabes piensan en sus propias sociedades. Israel, atascada en sus esquemas del pasado, tiene otra opción, la de poner a prueba la buena voluntad de los palestinos en vez de castigar su mala fe. Mientras esto no se haga, el final seguirá siendo negativo o al menos incierto.