Ambos vienen de la Unión Cívica Radical. Uno fue diputado provincial y el otro, concejal de Capital. El primero encabezó una de las últimas, si no la última, comisión investigadora que tuvo la Cámara de Diputados, y el segundo le hizo la vida imposible a Enrique Conti cuando el bloquista fue intendente de la Ciudad de San Juan. Ambos están en contra de la minería metalífera y han ido hasta la Justicia para defender su posición.

Hoy tienen a maltraer a José Luis Gioja en Tribunales y no le quitan la mirada de encima a Sergio Uñac. Con esas acciones hacen notar una abismal diferencia con el estilo de oposición que vienen enarbolando desde hace décadas Roberto Basualdo, Eduardo Cáceres, Rodolfo Colombo, Mauricio Ibarra, y tantos otros que han quedado en ese pedestal tras perder sistemáticamente las elecciones con el peronismo. Son estilos distintos, pero ante el fracaso de la oposición "más popular", es posible que se imponga también un cambio allí. Basualdo y compañía hacen oposición desde el acuerdo, se nota desde lejos. Seguí y Arancibia lo hacen desde la convicción y la Justicia. Al menos los segundos le hacen bien a la democracia.

El Partido Justicialista está en proceso de renovación, por eso todas las diferencias que hay. Los que estuvieron no se quieren ir y los que están quieren gobernar, esa es toda la raíz de las diferencias en el peronismo. Tal vez por ser el partido gobernante todos hemos puesto la mirada en él, pero no sería mala idea también poner el ojo en la renovación del resto de las estructuras políticas y sobre todo de las que han sido votadas por la gente para ocupar el rol de oposición desde hace más de una década: Producción y Trabajo, la Unión Cívica Radical, el Bloquismo "disidente", el Grupo 1852, Dignidad Ciudadana, Actuar, entre otros, son los mismos que hace muchos años.

¿Alguien cree que han cumplido el rol que les tocó? Evidentemente, sí porque los vienen eligiendo año tras año. ¿Fueron tibios, fuertes o correctos? Han sido distintos al estilo de Diego Seguí y Marcelo Arancibia, quienes hoy son claramente identificados por los mismos dirigentes y seguramente por la gente también en su rol de opositores.

La presentación judicial por el escándalo de la ART fue un misil que dio en el centro de la vida institucional y política de la provincia. Todo se está dirimiendo en base a que los abogados hayan puesto la firma en ese pedido de investigación, y será determinante para el futuro político de uno de los dirigentes más importantes que tiene la provincia.

Basualdo, Cáceres, Ibarra, Colombo o cualquier otro pudo haber hecho lo mismo porque los abogados se tomaron solamente de recortes periodísticos y de la licitación que hizo la gestión de Sergio Uñac para pedirle a la Justicia que investigue. Tan sencillo como eso. Lo pudo haber hecho cualquiera, pero nadie quiso romper el status quo al que evidentemente pertenece.

Hoy Seguí y Arancibia son contrapeso de la oposición también. La mayoría de los opositores mencionados en esta nota han tenido representación parlamentaria durante las últimas gestiones, y salvo un tibio pedido de informes de Actuar en 2015, no hubo ni una queja por los seguros de los empleados del Estado, tal vez el mayor escándalo político y judicial que jamás vaya a recordar la provincia. Y les pasó por el costado, como si nada. Ojo, yo como periodista también hago el mea culpa que corresponde. Y tal vez el seguimiento de este tema sea sólo para lavar mi conciencia, pero al menos hago el seguimiento, hay opositores que siguen mirando al cielo con la boca abierta.

Tal vez todo lo que aquí se dice sea exagerado y una buena oposición no es la que vive en Tribunales, es la que acuerda con el poder de turno y pelea con votos. Es probable, pero la realidad es una sola: durante doce años favorecieron al poder de turno, eso no lo puede discutir nadie.

Lo de Seguí y Arancibia al menos es más honesto y le hace mejor a la democracia, porque mantiene vigilado al poder de turno. En base a esa afirmación, es muy probable que haga falta una renovación en la oposición también, hay que ver si los abogados quieren o no tomar ese lugar, porque también hay que tener voluntad de hacerlo. Por ahora el esquema que más les sienta cómodo es este. Ojalá lo sigan haciendo, incluso sin opinar igual que ellos en muchos temas, como la minería por ejemplo. Que le hagan bien a la democracia ya es suficiente.