Ya preparan la comida, limpian casas, dan clases, escriben noticias, realizan operaciones quirúrgicas y se han adueñado de la exploración espacial, también vuelan, pronto conducirán y, mientras tanto, van aprendiendo a practicar deporte. Los robots son capaces de todo eso y de más, y en China, el principal mercado mundial del sector, se les empiezan a encargar actividades de todo tipo.
Ya no es sólo que de los robots dependan las pesadas tareas industriales de producción en cadena, sino que su presencia cada vez es más importante a la hora de prestar servicios. En el salón de exposiciones de la Conferencia Mundial de Robots de Pekín realizado el año pasado, había robots que hablaban, cantaban, bailaban e incluso jugaban a fútbol entre ellos o con humanos. Más allá del detalle pintoresco, también había máquinas destinadas a dar servicios sanitarios como la rehabilitación o la ayuda a la movilidad de los discapacitados. Otras empresas mostraban cunas inteligentes en las que los padres pueden controlar a distancia las condiciones ambientales en las que descansa su bebé.
Y algunas más enseñaban que han programado a sus robots para establecer contacto con los humanos y responder a sus peticiones, por ejemplo, haciendo de camareros u ofreciendo servicios de atención al cliente. ‘A las empresas las ayudamos al reducir los costes laborales y a los consumidores finales les ahorramos tiempo y hacemos su vida más eficiente’, explicó a May Mei, vicepresidenta de Xiaoi, la empresa responsable de los servicios de atención al cliente de las grandes operadoras telefónicas chinas.
La cita pequinesa, donde participan más de 120 empresas y 12 organizaciones internacionales de robótica, constata el momento de auge que vive el sector de los robots de China, sobre todo en el campo industrial.
En el mercado de los robots industriales, China acapara una cuarta parte del total mundial, pues el año pasado se vendieron en el gigante asiático unas 57.000 unidades, con un crecimiento del 55% según datos de la FIR (Federación Internacional de Robótica).
Sin embargo, la ‘densidad de robots’ (la relación entre máquinas y trabajadores) se sitúa en 36 por cada 10.000 trabajadores, por debajo de la media mundial (66) y a mucha distancia de las ratios de países como Corea del Sur (478 por cada 10.000), Japón (315), Alemania (292) y EEUU (164).
Hasta 2013, el abastecimiento de robots industriales de China dependía casi exclusivamente del extranjero, aunque desde hace dos años la producción doméstica se ha disparado y es la que alimenta gran parte del crecimiento del consumo.
La aspiración del Gobierno chino es que para 2020 los robots de fabricación nacional lleguen a satisfacer la mitad de la demanda interna y, con ese objetivo, está ultimando un plan quinquenal para pilotar la expansión del sector en el próximo lustro.
La robótica es una de las diez áreas señaladas por Pekín como prioritarias en su estrategia ‘Made in China 2025’, que pretende remodelar la base industrial del país para orientarla hacia áreas más intensivas en tecnología y menos en mano de obra.
Cada vez más empresas se lanzan a un campo en plena efervescencia que todavía no está tan avanzado como el del vecino Japón, pero que acorta distancias a pasos agigantados, lo que está haciendo de China un país en vías de robotización.