Mientras hace unos meses era el dengue lo que preocupaba a la población y luego la gripe A, no se debiera olvidar que el Chagas es la endemia más importante del país.

Hace un siglo, el médico sanitarista brasileño Carlos Ribeiro Justiniano das Chagas (1879-1934) descubrió una enfermedad olvidada que paradójicamente es la principal endemia, entre los argentinos. La disparidad entre las cifras es buen indicador de la oscuridad que pesa sobre la cuestión en nuestro país: 1.600.000 personas según el Programa Nacional de Chagas que depende del Ministerio de Salud de la Nación, pero en la opinión de la Agencia de Noticias del Instituto Leloir esta cifra corresponde a 1993. En la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC) son menos entusiastas: el Consejo de Chagas de la sociedad afirma que habría unos 3 millones de infectados.Pero en noviembre de 2008, 500 expertos de la Argentina, Bolivia y Paraguay fueron aún más allá y concluyeron que en el país habría 4 millones de chagásicos. Para la Asociación de Lucha contra el Mal de Chagas (Alcha), la suma entre enfermos que presentan sintomatología e infectados que tienen la enfermedad, pero por el momento sin mostrar síntomas, superan los 6 millones de personas.

Se tienen los conocimientos sobre la realidad de la enfermedad, pero no se ha resuelto el problema. La tecnología lo llevó a enfocarlo en la biología molecular, pero se ha olvidado que el Chagas es un problema social. Se trata de una enfermedad causada por un parásito, el Tripanosoma cruzi, cuyo agente transmisor es la vinchuca, aunque también se puede contagiar de madre a hijo durante el embarazo, por transfusión de sangre y alimentos contaminados.

El Estado nacional siempre se hizo el distraído. Ante todo, porque es una enfermedad de los pobres, y en segundo lugar, porque afecta zonas donde el trabajo no es impedido por la enfermedad. Además, porque se puede vivir muchos años tras la infección, y por último porque es difícil de acertar con la logística de lucha, que debe darse en varios frentes, como educación, vivienda y trabajo. Para terminar con el Chagas lo primero que se debiera hacer es evitar la infección y después tratar a los infectados. Se puede controlar. Brasil lo hizo, y ahora sólo el 0,5 % de sus habitantes está infectado. La estrategia básica es eliminar las vinchucas fumigando, y repetir la acción cuatro veces por año. Las autoridades de Salud de la provincia deberían informar, porque es un derecho de la población, respecto a qué se está haciendo para vencer esta enfermedad.