Como si estuviera en plena campaña electoral, Obama sigue usando Twitter y Facebook y sitios oficiales de Internet para agradar a sus seguidores y criticar a sus oponentes. Y como parte de esa tarea propagandística, también espía a medios de comunicación y procesa a delatores y periodistas. Una estrategia que un reciente informe del Comité para la Protección de Periodistas, calificó de "’guerra agresiva” contra la prensa.

Lejos de cumplir su promesa de hacer de la transparencia el eje de su gobierno, Obama retacea información a los periodistas, clasificar documentos en forma indiscriminada y mantiene un programa de vigilancia electrónica sin precedentes. Las consecuencias son devastadoras: genera autocensura a los medios e inhibe a fuentes y funcionarios de proporcionar información, igual que sucede con gobiernos autoritarios de América latina.

Los funcionarios tienen razones para esquivar a la prensa. Debido al "’Programa contra Amenazas Internas”, el gobierno federal vigila para evitar filtraciones, mientras de aquellos que se sospecha de pasar datos a los periodistas, son investigados y hasta sometidos a detectores de mentiras. Es que con Set/11-2001, de repente todo se volvió súper secreto, se crearon nuevos organismos de inteligencia y la Ley Patriótica amplió los poderes del gobierno autorizando programas de vigilancia electrónica para detectar amenazas terroristas.

Esto permitió procesar a seis empleados gubernamentales y a dos contratistas, uno de ellos Edward Snowden, por filtrar información clasificada, acción penalizada por la Ley de Espionaje, que se había usado solo en tres oportunidades desde 1917.

Obama no solo limita la información, también persigue a posibles delatores y a sus fuentes, como los gobiernos autoritarios y dictaduras. Por ejemplo, a la prestigiosa agencia estadounidense AP, el Departamento de Justicia espió e incautó secretamente llamadas y textos de periodistas sobre un posible atentado en Yemen en 2012, en momentos que el gobierno aseguraba que no existían amenazas terroristas.

Actualmente, está detrás de Glenn Greenwald, el periodista de The Guardian, por publicar información que le filtró Edward Snowden, sobre el masivo programa de vigilancia a líderes mundiales, empresas y ciudadanos extranjeros, por lo que Obama tendrá que seguir disculpándose como lo hizo con Dilma Rousseff, Angela Merkel y Francois Hollande. Greenwald, en la reciente asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), dijo tener listos "’otros bombazos noticiosos” sobre Argentina, Venezuela y Canadá, que desnudarán aún más el masivo sistema de vigilancia clandestino.

Greenwald revelará información desde un sitio de noticias que creó junto con la intención de apoyar a periodistas a que divulguen información sobre EEUU. Esto obligará a Obama a ser tan transparente como prometió, y a no usar la excusa de la seguridad nacional, ya que se pudo comprobar que la información revelada no puso nada ni a nadie en riesgo.