No es novedad que la política de poner palos a la rueda al crecimiento de las provincias menos favorecidas por la naturaleza, sea una constante institucional de Mendoza. Cualquier ventaja comparativa que motorice el desarrollo de San Juan y San Luis, caso de la minería o de la producción fabril, produce escozor en los factores del poder mendocino.
El gobierno, las entidades empresarias y otros sectores influyentes, dicen sentirse perjudicados cuando una economía regional cercana levanta cabeza y por ello se movilizan, no para aumentar su liderazgo geográfico sino para impedir que por su esfuerzo, creatividad y diversificación productiva algún vecino crezca. El abandono de La Rioja a la integración del Nuevo Cuyo, para sumarse a la estrategia del NOA y poder avanzar sin las mezquindades ni los obstáculos sistemáticos que han desvirtuado la integración estratégica de Cuyo, es una consecuencia de esto.
Los últimos embates a la promoción con beneficios impositivos, fueron del gobernador Francisco Pérez en Catamarca, una provincia promocionada, donde expresó su accionar para que se anule el régimen actual y se implemente una nueva legislación que alcance a toda la provincia de Mendoza. Hay que aclarar ahora gozan de estos beneficios algunas zonas de Lavalle y Las Heras. No obstante, tiempo atrás la Cámara empresaria de San Rafael presentó un recurso de amparo porque la promoción supuestamente perjudicaba a la industria mendocina, pero la Corte Suprema de Justicia se expidió en sentido contrario al señalar que San Juan, San Luis, La Rioja y Catamarca podían continuar con las prerrogativas durante 15 años más.
También se cuenta, desde hace más de dos años, el decreto nacional 699/10 atendiendo a esta prórroga, pero sigue sin formalizarse y ponerlo en práctica formalmente, lo cual llama la atención tanto por la excesiva demora desde que la presidenta Cristina Fernández firmó la norma, como por la ausencia de gestiones efectivas de parte de los gobiernos provinciales interesados, debido a que el Ejecutivo nacional no los cita para avalar el acuerdo.
Pero más allá de la puntualidad del tema, los celos regionales de parte de los mendocinos parecen enraizados en una cultura de oposición, llámense diferimientos, Fiesta del Sol, eventos deportivos o el auge minero que les golpea.
