A fines de los años 1800 y principios de los 1900, como consecuencia de medidas políticas aperturistas de la llamada "Generación del "80+, sumadas a la existencia de diversos problemas sociales en naciones europeas y asiáticas, así como el desarrollo de algunos medios de transportes del tipo de la navegación a vapor y el ferrocarril, se fomentó fuertemente la radicación de familias extranjeras en nuestro País. Dentro de éstas, muchas de origen libanés. Familias radicadas en un mismo pueblo durante, por lo menos, más de un siglo, tomaron la decisión de dejar al resto de sus seres queridos y todas sus pertenencias para aventurarse hacia una tierra desconocida, donde se hablaba un idioma diferente y hasta con un alfabeto distinto. 

Hasta la Primera Guerra Mundial, el Líbano se encontraba bajo dominación turca y entre ésa y la Segunda Gran Conflagración, bajo régimen francés, habiendo finalmente obtenido su Independencia el 22 de noviembre de 1943. Por tal razón, todos los inmigrantes arribados hasta esa fecha lo hicieron con pasaporte de una de las dos potencias mencionadas y como los primeros trajeron documentación expedida por el Imperio Otomano, este hecho les hizo valer, tanto en Argentina como en otros países hispanoamericanos, el remanido apelativo de "turco+, con el que nunca se sintieron identificados, pues, en realidad, no representó ni su exacto origen ni sus ansias de libertad. Y además de tal distorsión en su gentilicio, muchos lo sufrieron también en sus propios nombres, encontrándose así con apellidos tales como "Flores" y "López", cuya fonética y significado originales distaron mucho de parecérseles. Al igual que los representantes de otras colectividades, solían buscar radicarse en regiones que en algo se asemejaran a sus respectivos lugares de origen, por ejemplo, en su clima, su flora o su agricultura. 

Una vez radicados en nuestro suelo, muchos de ellos se dedicaron al comercio, primero en forma ambulante y luego en el típico "almacén ramos generales+, que en numerosas oportunidades devino en tiendas más especializadas, con sorprendente frecuencia en el rubro textil. Conocidas descripciones relatan que en aquellos almacenes se podía obtener desde la batita de un bebé hasta el crespón de la muerte, desde un botón hasta los primeros electrodomésticos. También era frecuente que la vivienda de sus propietarios ocupara las habitaciones contiguas al negocio. Una de las características generales que más se atribuye a este colectivo humano particular es la hospitalidad. Fue común que estas familias hicieran estudiar a sus hijos en la escuela pública, que constituyó un agente de socialización no sólo para las nuevas generaciones, sino también para los propios padres inmigrantes. Es conocida, en una de estas familias, la anécdota del primer hijo argentino que fue a la escuela y volvió diciendo en la lengua de sus padres: "¡Qué burra la señorita, no sabe hablar el árabe!+. Y una vez que ascendieron socialmente, tuvieron aspiraciones de que sus hijos tuvieran estudios superiores. Conocemos casos en que los hijos profesionales (por ejemplo, médicos) se hicieron de pacientes entre los clientes comerciales de los circuitos que recorrieron sus propios padres. 

En San Juan el primer inmigrante libanés registrado es Nehemtala Nehim, entre 1882 y 1885, quien quizá precedió la llegada del ferrocarril a nuestra tierra. A él lo siguió una numerosa saga que menguó quizás con la propia declaración de la Independencia de esta nación, después de la Segunda Guerra Mundial. Un 25 de junio de 1899 se fundó la primera institución de esta colectividad, conocida hoy como "Sociedad Libanesa de Socorros Mutuos+, ya centenaria, a la que luego le siguieron varias otras más. 
Son conocidas algunas actividades comerciales o industriales de determinadas familias libanesas radicadas en nuestra Provincia. Sólo a guisa de ejemplo podríamos mencionar a: Amado en ganadería; Dorgan en el abasto de carnes; Marún en el comercio textil y la industria aceitera; Trad en la industria licorera; Ahún, Daroni, Madcur, Medawar, Nacusi y Sefair en la industria vitivinícola; Nara en sastrería; más recientemente, Apes en la fabricación de postres típicos, por citar sólo algunos casos. 

Y en cuanto a la actividad política, conocemos a tres gobernadores sanjuaninos con apellidos de origen libanés: Elías Teodoro Amado (vicegobernador, 1950; gobernador, 1950-1952), Eduardo Alfredo Pósleman (gobernador de facto, 1982-1983, luego electo diputado provincial y senador nacional) y Alfredo Avelín (intendente de la Capital; diputado y senador nacional; gobernador, 1999-2002); todos procedentes de partidos populistas, tales como: justicialista, bloquista y cruzadista, respectivamente. El actual Gobernador de la Provincia, Sergio Uñac Ene, también reviste este origen, por línea materna. 
Más de un siglo ha transcurrido ya desde la llegada del primer inmigrante libanés a esta tierra. Puede ser momento éste de reflexionar acerca de sus aportes a esta comunidad y de todo lo que podría quedar aún por efectuar. 
 
Autor: Comunicólogo y genealogista. (Nieto de inmigrantes libaneses.)