Dormir puede representar en un paciente obeso un altísimo nivel de estrés que conlleva, a la vez, efectos sumamente negativos durante la vida diurna.
El exceso de peso es un factor de riesgo que aumenta las alteraciones respiratorias, baja los niveles de oxígeno en sangre, aumenta los índices de monóxido de carbono y genera arritmias cardíacas.
Estas anomalías durante el sueño afectan gravemente la vida diurna y nocturna, sobre todo a nivel cardiovascular y pulmonar, generando también hipertensión arterial y disminución de la circulación cerebral.
Otra consecuencia muy frecuente en el sujeto obeso con alteraciones de la respiración durante el sueño es la permanente somnolencia diurna, lo cual pone en peligro la vida del enfermo al hacerlo más susceptible a sufrir accidentes vehiculares o a nivel laboral.
Según cómo se duerma a la noche "eso influye sobre cuánto un obeso va a estar atontado durante el día porque cuando uno descansa mal se disminuye a la mitad la actividad diaria y todos los movimientos son más lentos”. Esta situación genera un circulo vicioso porque una persona al sentirse cansado y debilitado va a comer el doble para darse energía y esto lo hace engordar cada vez más.
El dormir es un estado fisiológico activo que cambia todos los mecanismos biológicos del cuerpo, por lo que en un paciente obeso aparecen graves trastornos colaterales: Uno de estos es el ronquido que tiene que ver con la vibración del tejido blando de la garganta, de la faringe y que denota que algo está obstruido en las vías respiratorias, sea por presión del tejido adiposo o sea por poca movilidad de la zona interna de la cavidad respiratoria.
En un estudio que se realizó se observó que sólo el 16% de las personas delgadas eran roncadoras respecto del 46 % de los obesos habituales.
Sin embargo, después viene lo más grave porque la obesidad exacerba el síndrome de apnea por el depósito de grasas en las vías respiratorias y por la grasa abdominal que genera un abdomen globuloso que achica la capacidad pulmonar.
La apnea obstructiva de sueño es un freno en la eliminación del aire pulmonar que genera una tensión muy grande a nivel cardiovascular y puede causar una hipertensión severa, un derrame cerebral o hasta la muerte.
Otras consecuencias tienen que ver también con el aparato circulatorio, como las arritmias cardíacas derivadas de las apneas que también pueden causar un final fatal.
Por todo lo mencionado es importantísimo no llegar a los extremos a los que se está arribando, y para lograrlo hay que hacer un hincapié muy grande no solamente en la eliminación de la obesidad sino en la prevención de esta pandemia que destruye la vida de gran parte de la humanidad.
(*) Médico psiquiatra. Discípulo del Dr. Cormillot.