La primera convocatoria de una serie de reuniones de la dirigencia empresaria y de los trabajadores con el Gobierno nacional, para debatir el modelo de desarrollo que necesita el país, ha sido la expresión concreta y exitosa del diálogo sectorial promovido por la gestión del presidente Mauricio Macri.

El debate tripartido de la llamada Mesa por la Producción y el Trabajo, en la que se acordó la asignación para fin de año de dos mil pesos a los trabajadores para recomponer los ingresos, es resultado del encuentro del diálogo social destinado a considerar y buscar soluciones a los problemas que se van presentando en la difícil tarea de normalizar los diferentes desequilibrios que afectan a la comunidad por la situación económica heredada, en particular la inflación y el sinceramiento tarifario.

La capacidad de diálogo representativo, junto a la previsibilidad de diferentes variables en las que el país está trabajando, posibilitaron un acuerdo entre el Poder Ejecutivo el empresariado y la CGT frente a una cuestión puntual, pero sirve de modelo de entendimiento, aunque varios sectores buscan quitarle legitimidad, en particular activistas ideológicos empeñados en poner obstáculos a toda iniciativa oficial.

La Conferencia Episcopal Argentina ha celebrado la iniciativa de diálogo, aunque no es un miembro de la mesa, pero la Iglesia ya fue invitada como resultado del cordial encuentro del presidente Mauricio Macri con el papa Francisco, el sábado pasado en el Vaticano. Por eso no se descarta alguna participación de los obispos en futuras reuniones a medida que se presenten temas trascendentes en busca de consenso sectorial, teniendo en cuenta la cercanía de la Iglesia con los más necesitados.

El Episcopado se adelantó a la reunión del miércoles pasado en la Casa Rosada, señalando en una nota que ”valoramos esta convocatoria a la Mesa por la Producción y el Trabajo que hace al bien y al desarrollo de nuestra amada Patria.

Reconocemos que han asumido un camino de encuentro y de diálogo que la Argentina espera y necesita’, expresó la misiva, observando la importancia de lo que calificó de ‘un momento de responsabilidad en la clase dirigente, llamada a generar fuentes de trabajo que promuevan la libertad y la dignidad de las personas. No nos olvidemos que la mayor pobreza es no tener trabajo’, rubricó monseñor José María Arancedo. Pero todo empieza por el diálogo fecundo.