El Gobierno nacional puso en marcha el plan ‘Argentina sin narcotráfico” para erradicar a un flagelo que se expandió durante la última década por acción u omisión gubernamental, a pesar de las evidencias y los informes de sectores sociales alarmados por la proliferación de las adicciones. A medida que surgen nuevos casos de corrupción que involucran tanto a la expresidenta como a gran parte de su equipo, se observa una clara relación con el narcotráfico.
Las bandas organizadas sólo pudieron adquirir la dimensión y penetración sin la negación, protección y la complicidad de sectores oficiales, según lo comprueban las investigaciones. El nuevo programa contra las adicciones peligrosas compromete a todos quienes deben involucrarse en una lucha efectiva y honesta, siguiendo los lineamientos del compromiso multipartidario firmado hace tres años a instancias del Episcopado, con el aporte trascendente de la Pastoral Social.
Ahora los tres poderes del Estado, junto a los gobernadores, funcionarios y representantes políticos y de instituciones de bien público, estrechan filas para un intento que será exitoso si no se bajan los brazos en este combate contra un enemigo poderoso e infiltrado en la sociedad estrategia de impunidad.
El problema de las drogas dejó de ser privativo de determinado nivel social o áreas urbanas populosas sino se ha generalizado en todos los rincones del país, con diferentes modalidades de acuerdo al poder adquisitivo, pero todas peligrosas al fin. Así el temible ‘paco” puede predominar en sectores marginales o la marihuana ser más accesibles en otros lugares, como San Juan por ejemplo.
Una encuesta de la Universidad Católica de Cuyo, publicado en estas páginas, daba cuenta de que entre las drogas ilegales la más consumida por los jóvenes es la marihuana y en menor proporción la cocaína y las sintéticas como éxtasis. Pero este contexto se agrava en la juventud por el policonsumidor, es decir aquel que agrega por lo menos dos drogas legales como el alcohol y el tabaco, a las prohibidas aún más potenciadas si se suman las bebidas energizantes.
El titular de la Pastoral Social y arzobispo coadjutor de San Juan, monseñor Jorge Lozano, en declaraciones a un matutino porteño, afirmó que se advirtió que las redes del crimen organizado han crecido y se han enquistado, en algunos lugares desplazando al Estado o supliendo su ausencia y abandono. Todavía se está a tiempo, pero la solución va a implicar más tiempo y esfuerzo.
