Las tecnologías digitales se han convertido, desde hace un par de décadas, en uno de los sectores más dinámicos del desarrollo económico. Esto se ve con mucha más claridad en los últimos dos años, con el despegue a gran escala de la inteligencia artificial (IA) y la Internet de las cosas (IoT, por su sigla en inglés).

Se habla ahora de una cuarta revolución industrial o la "Industria 4.0", donde ya no se trata sólo de la automatización digital de funciones y empleos ya existentes, sino de la transformación digital, que implica crear nuevos modelos de producción y negocio, sobre la base de las nuevas capacidades que permiten la innovación y convergencia tecnológica, el procesamiento masivo de datos y el aprendizaje automático. Entre ellos está la llamada "economía colaborativa", cuyos ejemplos van desde Wikipedia hasta Uber, empresa que innovó al monetizar una plataforma para conectar taxistas con pasajeros.
En paralelo, en los últimos tiempos se ha desatado una pugna por la dominación global de esta nueva economía, cuyos principales contendientes hoy son EEUU y China y sus respectivas empresas transnacionales. Europa, Rusia y algunos otros países, si bien tienen algún nivel de desarrollo en IA, han quedado muy atrás de los dos líderes.
Dentro de la carrera por dominar la IA hay una acelerada concentración del control de las tecnologías digitales en manos de un puñado de mega-corporaciones transnacionales. En lo que va del siglo, esta concentración abarca, entre otros, la infraestructura clave (como cables submarinos y servidores raíz); los sistemas operativos para usuarios (Windows/Microsoft, MacOS/Apple, Android/Google); las plataformas más utilizadas (principalmente los llamados GAFA Google, Apple, Facebook, Amazon). En todo ello, domina EEUU, pero China está ganando terreno velozmente, con sus propias corporaciones: en particular Alibabá (comercio electrónico que ya superó a Walmart como la mayor empresa de venta minorista del mundo).
Justamente, desde 2014, China desarrolla una política de Estado de fomento de la innovación tecnológica, con apoyo tanto a sus mayores empresas digitales como a un gran número de start-ups, en todo su territorio. Hace un año, el Consejo de Estado difundió su propuesta para llegar a ser el número uno del mundo en IA para 2030. Un componente clave de esta política es la educación, en todos los niveles, para formar expertos, investigadores y trabajadores cualificados.
Hay quienes consideran que la pugna por el dominio en el plano tecnológico es, justamente, lo que está detrás de la guerra comercial que inició EEUU contra China. Jorge Castro, ex Secretario de Planeamiento Tecnológico de Argentina, estima que en el fondo, lo que busca EEUU es frenar las inversiones de las empresas estadounidenses principalmente las GAFAM en el desarrollo de alta tecnología en China.
En América Latina, el desarrollo de IA está bastante incipiente, y en muchos países ausente. Sin embargo, en cada vez más áreas, tanto el sector privado como las entidades y servicios públicos contratan los servicios de IA de las corporaciones transnacionales. Ello implica entregar, a menudo gratuitamente, grandes cantidades de datos, que se convierten en fuente de enriquecimiento de las empresas extranjeras, y no del país que los entrega.
Hoy, cuando las redes digitales están integradas mundialmente y los bienes digitales transitan libremente a través de las fronteras, el mundo ha ido tejiendo formas novedosas de integración económica y cultural. América Latina forma parte de este tejido, pero por lo general de manera subordinada, en la medida en que carece de políticas de soberanía tecnológica y, en muchos casos, de las condiciones adecuadas de infraestructura, conectividad, almacenamiento y manejo de datos, inversión en innovación, etc.
La Comisión Económica para América Latina -Cepal-, por su parte, recomienda la creación de un mercado común digital latinoamericano, que ofrecería a nuestra región una oportunidad de integración económica que permitiría adquirir escala y desarrollar economías de red, evitando para la región nuevas formas de dependencia.
Por Sally Burch
Periodista y directora ejecutiva de la Agencia Latinoamericana de Información.
