En una reunión realizada dos días después en París, la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), las treinta democracias más ricas del mundo, invitó a Chile a convertirse en un país miembro. Chile se había postulado hace dos años -junto con Rusia, Israel, Estonia y Eslovenia-, y es el primero en ser admitido. Será el primer país sudamericano miembro de la OCDE, desde el 10 de enero.

Es probable que el gobierno de Michelle Bachelet haya querido minimizar la importancia de la reunión de París para darle mucho mayor relieve mediático a la ceremonia que se realizará en Chile, y como un espaldarazo al candidato de la centroizquierda, Eduardo Frei, para la segunda vuelta del 27 de enero. Sin embargo, los gobiernos de centroizquierda de Chile de las últimas dos décadas merecen todo el crédito por haberle demostrado al resto del mundo que existe en Latinoamérica una izquierda moderna, globalizada y financieramente responsable, que ha logrado reducir la pobreza más rápido que cualquiera de sus contrapartes de la región. En un continente donde abundan los demagogos que usan eslóganes izquierdistas como excusa para acaparar poderes absolutos y permanecer indefinidamente en el poder, lo de la izquierda chilena no es un logro menor.

El ministro de Finanzas chileno Andrés Velasco me recordó que su país ha reducido la pobreza del 40% de la población a principios de la década de 1990, al 13% el año pasado. La pobreza extrema, a su vez, ha bajado al 3% de la población. Cuando le pregunté cómo explica el éxito, Velasco mencionó entre otros factores el que después de una época de violencia política y turbulencia económica en la década de 1970, se forjó en Chile un nuevo consenso en favor de la estabilidad y los equilibrios económicos.

La decisión del gobierno en 2006, de ahorrar parte de los ingresos del reciente boom latinoamericano de exportaciones de materias primas para crear fondos de reserva -o sea, el ahorrar en años de vacas gordas para los años de vacas flacas- demostró ser una bendición cuando se produjo la crisis mundial este año. Se calcula que la economía chilena crecerá un 5% en 2010, agregó.

"’En Latinoamérica, siempre hemos tenido una sucesión de auges de los commodities que terminan en crisis”, dijo Velasco. ""En Chile, nos propusimos hacer lo contrario, y tuvimos éxito”.

Los economistas coinciden en que Chile usó sus ingresos del reciente boom de las materias primas mucho mejor que Venezuela, Argentina, Ecuador y otros productores de commodities. Además de crear fondos de ahorro contracíclicos, Chile creó un fondo de u$s 6000 millones cuyos intereses anuales se usarán para enviar 2500 estudiantes por año a obtener maestrías y doctorados en universidades de Estados Unidos, Gran Bretaña, Canadá y Australia.

Mi opinión: El motor de la economía chilena se ha enfriado un tanto durante el gobierno de Bachelet -el país perdió algunos lugares en varios rankings de competitividad mundiales y sus tasas de crecimiento son menores que las de inicios de esta década-, lo que explicaría el éxito de Piñera en la primera ronda electoral. Pero, independientemente de si una elección de Piñera en la segunda vuelta aceleraría o no el ascenso de Chile al primer mundo, la coalición izquierdista gobernante merece aplausos por sus logros de las últimas dos décadas.