Charles Aznavour, proclamado legítimamente "El Cantor del Siglo".

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La canción fundamental se ha ido a prestigiar el azul de la eternidad y se codea amorosamente con Dios. Ha muerto Charles Aznavour, uno de los más grandes de todos los tiempos, un autor y compositor melódico notable nacido para el corazón; un intérprete extraordinario, un regalo de la canción a la humanidad. Su obra es, quizá, incomparable por su homogénea calidad.

Los compositores solemos encontrar entre el enorme acervo musical de todos los tiempos lo que denominamos canciones perfectas. Resulta indefinible esta cualidad, pero posiblemente el término "redonda", aunque simple o vulgar para calificar el arte, sea el que mejor lo explica ante la gente. Una canción perfecta cierra por todos lados; parece que, mientras avanza, se nos acopla como niño al pecho, nos recorre en el arroyo de nuestra sangre, nos estremece el alma como si fuera una hoja sacudida por un colibrí, destila una lógica esencial inexplicable.

Aznavour entregó, entre tanta obra maravillosa, perlas como Venecia sin ti, She, la Mama, Quien; pero creo que La Bohemia fue una sus canciones perfectas. Muchas veces me he estremecido al escucharla y transportado a los más excelsos momentos de la juventud, dejando en claro que la juventud no es sólo nuestros años mozos sino aquellos instantes de magia donde la vida parece venir airosa en brazos del fuego y la libertad.

Aznavour no se quería ir de esta tierra. Nosotros tampoco que se fuera, cualquiera fuera su edad. Quizá sea por eso que, no hace mucho, con 93 años y un espíritu y voz impecables, proclamó en un concierto y cuando seguramente ya sentía los augurios de algún quiebre en su salud, que volvería el año siguiente. Quien puede negar que Charles siempre volverá; por las callecitas de viejas lunas de París, por esos teatros que han quedado llorando, por los cafetines donde los bohemios tiritan de emociones, por las alboradas donde un bolichón de algún lugar del mundo se empecina en no cerrar porque está cantando quien fue proclamado legítimamente "El Cantor del Siglo"; por esos aplausos que -mariposas del alma- lo siguen alzando en andas y proclamando en la victoria de su talento y el favor a nuestros sentimientos.

La simple palabra gracias nunca puede estar mejor dicha que en esta oportunidad.

Por el Dr. Raúl de la Torre
Abogado, escritor, compositor, intérprete.