Don José de San Martín y Domingo Faustino Sarmiento, nacidos en siglos diferentes, representan en nuestra historia dos modelos distintos pero que tuvieron en común el bien de su patria. San Martín nació en Yapeyú, provincia de Corrientes, en una misión jesuítica el 25 de febrero de 1778. Sarmiento nació en San Juan, en el barrio del Carrascal el 15 de febrero de 1811.

Pertenecieron a distintas generaciones: 33 años los separaban. Ambos crecieron en hogares humildes pero San Martín tuvo el privilegio de recibir una educación esmerada en España, y allí, muy niño, entró en el Seminario de Nobles de Madrid. A los 13 años comienza su carrera militar y asciende a Teniente Coronel de Caballería. Vuelve a su tierra natal en 1812. Su juventud serena, sus ideas claras, su palabra concisa impresionaba favorablemente. En su Patria continúa con su carrera militar, que termina con una hazaña libertadora.

Sarmiento, en cambio, no tuvo la suerte de cursar estudios superiores; se formó con su esfuerzo e inteligencia, fue un autodidacta, incansable lector de pensamiento avasallante. A los 16 años se despertó en él, la vocación de maestro. Exilado dos veces por sus ideas turbulentas, tuvo que cruzar la Cordillera de los Andes, acompañado de su padre, sufriendo dolorosas adversidades. En Valparaíso inicia su carrera periodística exponiendo sus ideas políticas, atacando a sus enemigos y haciéndose conocer como escritor.

La espada y la pluma, armas poderosas que fueron manejadas con inteligencia y patriotismo. San Martín con su espada y su estrategia militar liberó a su país del poder español y no conforme con ello, siguió su acción libertadora en Chile y Perú. "Debo seguir el destino que me llama", dijo.

Sarmiento como el primer y gran maestro de América puso su pensamiento poderoso, en una tarea apasionante: "Educar al soberano", es decir, al pueblo. Su ideal fue que la República se convirtiera en una escuela. Fue considerado el más grande constructor de la civilización americana.

¿Qué vinculo unió a estos dos genios de la historia Argentina?

Don José de San Martín conoció, en primer lugar, a Don Clemente Sarmiento, padre de Domingo, que fue capitán de milicias y que lo acompañó en el paso de los Andes. Además le encomendó la conducción de los prisioneros de Chacabuco destinada a San Juan. Unió a estos dos hombres una sincera amistad. Después con motivo de la celebración de un nuevo aniversario de la batalla de Chacabuco, Sarmiento escribe un artículo titulado "12 de febrero de 1817" y firmado por: "Un teniente de artillería de Chacabuco", haciéndose pasar por un oficial chileno y que apareció en el Mercurio de Valparaíso en 1841. En su nota periodística ofrece una rehabilitación de San Martín como héroe de la independencia americana. Y fue Sarmiento, el que, recordando la hazaña de Chacabuco, hizo que los chilenos volvieran la vista al pasado glorioso de José de San Martín, convirtiéndose así en el primer historiador de la hazaña libertadora. Después, en octubre de 1845, Sarmiento emprendió viaje hacia el viejo mundo, tenia 34 años y pudo entrevistarse con el General San Martín de 67 años. De esos coloquios Sarmiento pudo dictar su Conferencia en el Instituto Histórico de Francia que pronunció el 1 de Julio de 1847, se cree, en presencia del Libertador y referente a la entrevista de Guayaquil.

Dos grandes próceres: San Martín "El Santo de la Espada", "Genio civil de la revolución americana". Sarmiento "El Maestro de América" amasó a la Argentina con sus propias manos y venció con su pensamiento de educador empecinado. Los dos mueren en tierra extraña, San Martín en Boulogne Sur Mer, Francia en 1850, el 17 de agosto, tenía 72 años. Sus restos fueron repatriados 30 años después en 1880, el 28 de mayo, y fue Sarmiento el encargado de recibirlos con un brillante discurso; descansan en la Catedral de Buenos Aires.

Sarmiento muere en Paraguay el 11 de Septiembre de 1888 a los 77 años, sus despojos también fueron repatriados a Buenos Aires y reposan en la Recoleta.

Dos vidas que corrieron en forma casi paralelas durante 4 décadas, que lucharon a su manera por su patria, que murieron lejos de ella y que volvieron a converger al mismo punto: Buenos Aires y que fueron recibidos con honores en la capital de la República Argentina.