En este mundo para no caer en superficialidad necesitamos responder a dos sentimientos presentes: el del goce y la bisagra, aquello que concierne al por qué y para qué. Aquellas ideas problemas de Immanuel Kant en la “crítica de la razón pura” (acusado de ser un pensador máximo del poder dominante), todavía parecen irresueltas: “el que puedo saber” (Alma) y “que puedo hacer” (Mundo), y el que “me es permitido esperar” (Dios). La encrucijada del hombre actual está inmersa en los viejos problemas del existir, vida y muerte. El materialismo buscó ignorarlos por siglos y la religión siempre intentó darle un cauce simbólico a esos misterios de la vida.
Con respecto a la primera, en “que puedo saber”, la ciencia ha crecido a pasos agigantados. El problema radica en que ese conocimiento nos ha distanciado más de la realidad entre lo que se sabe y lo que se hace. En el mundo del confort no hay necesidad de pobreza. Y, ello se agrava más aún, si la solución está en una creciente mentalidad mercantilista. El saber o la educación estandarizada por el capital, ha hecho de las personas más seres serviles, que seres emancipados de logros. Al respecto, para que surja una mentalidad superadora, los intelectuales tienen que ser valorados, junto a las aulas con estudiantes del estado, y no solamente los de las escuelas privadas. La bisagra seguirá en el insistir que yo tengo la verdad de las cosas, y los otros son los que no laburan, o se equivocan.
Con respecto a la segunda, en lo referente a “que puedo hacer”, cuando uno no encuentra una respuesta frente a los misterios, es fácil utilizar diversas vías de escape. Es decir, el hombre de hoy se encuentra herido de muerte, porque cada vez tiene que buscar más respuestas en los diversos campos del saber. Tal vez, una forma utópica, como simple, para salir de una crisis económica, es que los que tienen más, no renuncien a tener un poco menos. Hay que recordar que aquél que no tienen nada casi muy poco tiene para renunciar, y mucho menos exigirle. Las cuestiones complejas no se resuelven con ideas complejas, sino con ideas simples. Los pensadores racionales construyeron grandes castillos filosóficos para dar soluciones sistemáticas a las diversas problemáticas, pero que con una línea evangélica de Fe, quedaron absolutamente demolidas. Anclarse en los fundamentalismos, pensamientos hegemónicos, anarquías, dejan lo igual. Las religiones fundamentalistas (como el islam extremista) se alimentan de las mismas recetas de la cultura corporativa capitalista existencial, cuando pretenden cambiar cosas a través de un coche bomba. Los superfluos instalan bombas cuando dicen que los escritores son innecesarios, porque ellos creen tener la respuesta iluminada de los por qué y para qué. Aquí, la bisagra viene tanto de unos como de otros, la diferencia es que unos matan de golpe, los otros de a poco, cuanto sacan el goce del empleo a cuenta gotas de reformas.
Y, con respecto al tercero y último, en lo que “me es permitido esperar”, pertenece a la Fe. Las religiones fundamentalistas, siempre creyeron que matando se llega a Dios. El Islam extremo oriental lo hace a través de bombas, el catolicismo ortodoxo lo hizo desconociendo a científicos y considerando herejías. No obstante, la política actual, tiene un giro más a la ortodoxia que a lo libertario. Es decir, para concluir, el significado de la religión en la Filosofía del límite es que el goce del futuro no va a venir de la mano de un mesías, sino del vencimiento de nuestras propias bisagras, desde un pensar emancipado.
