Ingresar todos los días a distintos colegios, transitar por tantas aulas, dar clase en diferentes horarios de la jornada durante toda la semana, tener charlas en los pasillos con alumnos de diversas edades y sexo, escuchar las quejas de colegas en la sala de profesores, la lucha del cuerpo de preceptores para que el alumnado cumpla con su compromiso de completar los legajos personales; son hechos tan cotidianos que en su diaria frecuencia nos lleva a desmerecer el concepto de cumplimiento que debe asumir todo educando.

A raíz de ello, nosotros los mayores entramos "por la variante”, término que en la jerga pública social significa restarle importancia al hecho porque no sabemos dónde nos meteremos (sic). Pero estas conductas actitudinales responden a un comportamiento común, generalizado y que se va profundizando en los estudiantes de todas las edades y en todos los ámbitos escolares. Ese común denominador educativo es la Dispersión Atencional que manifiestan abiertamente los alumnos, y que está representando uno de los grandes retos sociales que la educación está enfrentando sin grandes resultados, lo que lleva el agravamiento y pérdida de la capacidad de concentración en las tareas, en la predisposición a atender, en los momentos de estudio.

Señales adolecidas como la falta de comprensión en la lectura de textos, una lectura deficiente, ausencia de sintaxis, incapacidad de redacción propia, ignorancia explícita sobre ideas principales y secundarias que son los soportes de cualquier método de estudio. Es uno de los tantos agravantes de la educación actual. Si partimos de la premisa que el sistema educativo es el regulador y facilitador del grado de información adecuada a las distintas edades y etapas de los niños-jóvenes para que su adaptación al medio de pertenencia sea el adecuado. Pero para ello requiere de una condición elemental como es su capacidad de atención.

El interrogante es ¿Por qué ahora es tan notable este déficit en los alumnos? ¿Porqué la formación pedagógica del educador no permite llegar a las estrategias adecuadas para su reversión?. Una respuesta la encontramos en la facilitación de acceso a todo tipo de información sin filtros y sin ingreso restringido, el acceder a las fuentes de información anarquizando los tiempos de uso, han convertido a la era tecnológica en una Espada de Damocles de la educación. Nadie con sentido común puede desmerecerla, pero sí observamos que esta falencia estructural está en la formación intelectual de estas generaciones.

El sistema educativo y los educadores no estamos a la altura de las circunstancias para enseñar, antes que contenidos, que la dispersión atencional y la falta de comprensión, con todos los defectos agregados, son las raíces de una inadecuada educación que se manifiesta en la constante pérdida de la calidad educativa. Revertir estas conductas no es solo tarea educativa sino también cultural. Pero si los actores directos e indirectos no somos capaces de tomar con conciencia, con seriedad, con compromiso y valentía la inclaudicable misión de ser protagonistas del verdadero cambio que necesita la educación, entonces no estamos en condiciones de construir un futuro promisorio con un baluarte sólido como es la formación académica de las nuevas generaciones.

(*) Pedagogo.