Los precios de los alimentos básicos están 36 por ciento más altos que los niveles registrados el año pasado, cerca del máximo alcanzado en 2008, y el impacto sobre los pobres del mundo resulta sumamente pesado. En junio del año último el número de personas que viven con menos de 1,25 dólares por día aumentó en 44 millones de carecientes. Si los precios de los alimentos siguen su ritmo de ascenso, la cantidad de pobres crecerá aún más, sostienen los observadores.

El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, se encargó de realizar esta advertencia en la reciente reunión del organismo multilateral. Los pobres del mundo no pueden esperar: hoy hay casi mil millones de personas que están desnutridas, y aumenta el número de 68 individuos por minuto, o más de uno por segundo, aseguran las estadísticas globales. La volatilidad del valor de los alimentos sigue siendo una constante a raíz de los acontecimientos del Oriente Medio, por lo que el precio del petróleo subió un 21% en el primer trimestre de 2011, e igualmente por la tragedia de Japón. De hecho, los conflictos contribuyen a un mayor incremento de precios, dando lugar a la destrucción y la reducción de la producción.

El precio del trigo aumentó un 69,1% en el primer trimestre de este año respecto al mismo período del año pasado, mientras que el maíz lo hizo en un 73,8% y la soja en un 35,6 por ciento. El G-20, grupo de naciones desarrolladas y emergentes, podría jugar un papel muy importante en la lucha y la solución del problema del hambre. El multilateralismo debe centrarse en cumplir objetivos reales en el corto plazo, antes que sentar las bases para acciones de mediano y largo plazo.

Aunque el Banco Mundial está pensando en elaborar un nuevo código de conducta sobre las exportaciones, aún se puede hacer mucho más para mejorar la producción: un área en la que la organización invierte cada año siete mil millones de dólares. Los objetivos del Banco Mundial han evolucionado a lo largo de los años. Entre los grandes proyectos respaldados por la institución, está la idea de que el agua potable, la educación y el desarrollo sostenible son la clave para el desarrollo integral.

En la era de la globalización, eliminar el hambre en el mundo se ha convertido también en una meta que se ha de lograr si es que se busca salvaguardar la paz y la estabilidad del planeta. El derecho a la alimentación y al agua tiene un papel protagónico para conseguir otros derechos, comenzando por el de la vida.