En febrero de cada año tiene lugar el encuentro internacional de Economía y Política en la hermosa y blanca ciudad de Davos, Suiza. Para esa época la ONG británica Oxfam muestra su estudio anual sobre la cifras que, una vez más, muestran cuán global es la brecha económica y social y cuán frecuente es el fenómeno del cambio de suerte entre quienes ocupan primeros puestos de la pirámide de riqueza internacional y la mitad más pobre del orbe.

Entre julio de 2022 y junio de 2023, por cada 100 dólares de beneficios generados por 96 de las empresas más grandes del mundo, 82 dólares fluyeron hacia los accionistas en forma de dividendos o recompra de acciones. Para casi 800 millones de trabajadores empleados en 52 países, los salarios no han seguido el ritmo de la inflación y, de hecho, la masa salarial ha experimentado una caída en términos reales de 1.500 millones de dólares en el bienio 2021-2022, una pérdida equivalente a casi un salario mensual para cada trabajador.

El Informe Oxfam expresa que a nivel mundial, los hombres poseen 105 billones de dólares más en riqueza que las mujeres, que ahora son casi la misma cantidad que los hombres. Esta diferencia equivale a 4 veces el tamaño de la economía estadounidense.

Y de nuevo, siete de las diez mayores multinacionales del mundo tienen un CEO multimillonario entre sus principales accionistas; 148 de las mayores empresas del mundo obtuvieron beneficios de alrededor de 1,8 billones de dólares en los 12 meses hasta junio de 2023, registrando un incremento del 52,5% respecto al beneficio medio en el cuatrienio 2018-21.

Por su parte, los gobiernos de países en crisis se encuentran en grandes dificultades financieras ante una deuda creciente y costos crecientes de importación de combustible, alimentos y medicinas. Los países de ingresos bajos y medianos bajos se verán obligados a pagar casi 500 millones de dólares diarios para pagar su deuda de aquí a 2029, y tendrán que hacer recortes draconianos en el gasto público para poder pagar a sus acreedores; ejemplo de ello es sobre todo el de Ecuador, que recientemente vendió parte del oro de sus reservas para pagar parte de la deuda pública.

Desde 2020, los cinco hombres más ricos del mundo han duplicado su fortuna (+114%), mientras que casi 5.000 millones de personas más pobres mantienen su situación global sin cambios.

Al ritmo actual, se necesitarán más de dos siglos, unos 230 años para poner fin a la pobreza.

Por otro lado, la incidencia de la pobreza absoluta también ha aumentado en 2022. Poco más de 2 millones en 2022 vivían en condiciones de pobreza absoluta, al no contar con recursos mensuales suficientes para adquirir una canasta de bienes y servicios esenciales para vivir en condiciones dignas. La incidencia de la pobreza a nivel familiar pasó del 7,7% al 8,3% en un año, mientras que la pobreza individual creció del 9,1% al 9,7%.

El individualismo a nada conduce. Hay que globalizar la solidaridad, aún en los mercados y puestos de trabajo. “El desprecio de los débiles puede esconderse en formas populistas, que los utilizan demagógicamente para sus fines, o en formas liberales al servicio de los intereses económicos de los poderosos. En ambos casos se advierte la dificultad para pensar un mundo abierto que tenga lugar para todos, que incorpore a los más débiles y que respete las diversas culturas”. (Fratelli Tutti n¦ 155).

No hay otra salida: la solidaridad es el nuevo nombre de la paz.

 

Por el Pbro. Dr. José Juan García