La Presidenta de la Nación anunció que se estaban cerrando las tratativas para traer al país a la Fórmula 1, para disputarse en Mar del plata en 2013, 2014 y 2015. De este modo, la máxima categoría del automovilismo, que por última vez se corrió en el Autódromo Oscar Alfredo Gálvez en 1998, se correrá en un circuito callejero en la zona de Playa Grande.
El año que viene Argentina recibirá a tres competencias internacionales del deporte motor como el Rally Dakar, que recalará por quinta vez en el país desde que dejó África; el Campeonato de Motos GP, que se correrá en nuestra provincia, y a la Fórmula 1 anunciada para la Perla del Atlántico. El de Argentina es uno de los Grandes Premios con más interrupciones en la historia de la máxima categoría. Con la concreción del autódromo de Buenos Aires, nuestro país se aseguró un lugar adecuado para albergar a la máxima categoría automovilística, dominada a mediados del siglo pasado por la figura del extraordinario Juan Manuel Fangio, que se hizo acreedor de cinco títulos mundiales.
En los umbrales de la década del 60, la Fórmula 1 desapareció del cronograma anual. Tras una década, con la inserción en la máxima categoría de otra figura argentina, el caso de Carlos Reutemann, el país volvió a recibir a esta disciplina y en la década de los 90, Carlos Menem se entusiasmó con la Fórmula 1 y se propuso recuperarla como un objetivo a alcanzar. Previamente al bautismo de la Fórmula 1, en 1950, las calles de Buenos Aires habían contado con las grandes máquinas de la época, en lo que se denominaba la "Temporada”.
En esas pruebas de Fórmula Libre, Oscar Gálvez logró entrar en la historia al vencer a los europeos, con un triunfo memorable, en 1949, en el Gran Premio Eva Duarte de Perón. En Mar del Plata, Juan Manuel Fangio hizo lo propio en el circuito callejero de Playa Grande, el mismo lugar al que ahora se pretende regresar en 2013 con la Fórmula 1. El Estado deberá aportar la mitad del costo de cada Gran Premio, equivalente a 22 millones de dólares. No parece una decisión acertada organizar este tipo de evento con fondos públicos, salvo que la promoción posibilitara una gran afluencia de turistas de países vecinos que contribuyeran a equilibrar los gastos. Y habría que descontar el beneficio social que significaría un acontecimiento deportivo de esta magnitud.
