La elección ocurrida en la República Argentina el pasado domingo, tuvo condimentos peculiares y distintivos que sólo pueden ser analizados el día "D”. En este trance se advierte claramente, y no hace falta apuntarles, que hay políticos que se colgaron un cartel con la leyenda "ciclo cumplido”, lo que se infiere ante la enunciación que ronda hoy en el análisis de los medios de difusión masiva, pero como el Ave Fénix adquiere otra dimensión en la existencia terrenal, la política es el único espacio donde los muertos gozan de buena salud bajo la proclividad bíblica de la resurrección. Y, aunque la palabra "resistencia” suene desprolija, no deja de ser una consecuente realidad anunciada. Los opinólogos, amontonados por insuflar el "postre”, se preparan para anunciar con grandes tildes la reforma constitucional para garantizar la reelección y el tercer mandato. Craso error para quienes lo intenten desafortunadamente porque "se pierden la luna por mirar el dedo que la señala”. Con toda seguridad habrá llamado a reformar la Constitución pero no será precisamente para la obtusa idea de la reelección del mandato presidencial por tercera vez , sino y no es ilógico, para adaptar la montura al caballo de la evolución, ya que el Proyecto Nacional necesita enmarcarse estratégicamente en el marco constitucional porque el objetivo es el nuevo Modelo que suplante al viejo Modelo de Alberdi, que tuvo su tiempo útil pero que hoy se enfrenta con un mundo dinámico y mutante cuya velocidad requiere la avanzada de su Carta Magna.
En el análisis y síntesis fugaz, conforme las cartas sobre la mesa, está claro que el progresismo sintetizado en la señora Cristina y Binner, tal como se les nombra en el ruedo político, fue tenido en cuenta sustancialmente en el marco ideológico por la mayor parte del electorado, lo que no significa que todos los que les votaron hayan sido progresistas. En el fino examen hubo otras motivaciones para brindar respaldo a ambas fuerzas políticas. A la luz de los hechos ha quedado atrás la 125, entre otras aparentes piedras en el camino para el oficialismo. Lo concreto es que la gestión de Cristina Fernández ha contado con la aprobación de 7 de cada 10 votantes, lo que surge de los sondeos realizados antes y después de la muerte de don Néstor Kirchner. Los sondeos del 2010 mostraron que la intención de voto favorecía a la actual Presidenta y no había muerto Kirchner, lo que significa que es falso ese sustento que ya venía con anuncios frecuentes más prendidos a especulaciones interesadas que a datos de la realidad.
Mejores condiciones de trabajo descubren su significación en este análisis, pero no debemos encasillar motivaciones inexistentes que se caen ante la evidencia, porque hay un microclima que tiene lo suyo, lo tenemos a flor de piel y del que sólo se puede inferir la exposición. En cambio, existe el macroclima que indica que después de la contundencia de lo ocurrido se han caído muchas "’autoridades” que están más próximas a la autocrítica que al uso de la palabra. El 40 % de los votos encuentran su asidero en una buena gestión de gobierno, seguramente, pero lo que no se debe hacer es seguir imaginando porque la Argentina que se viene tiene poco de magia y mucho de realidad, y aunque sea a regañadientes, se debe tocar madera para no inducir a equivocaciones cuando se convoca a la unidad nacional. La euforia no fue de esta elección sino de las primarias, que tuvieron la característica de contundente. Los resultados nacionales de la elección permiten leer que existe en estos momentos una segunda figura política llamada don Daniel (Scioli) en el oficialismo. Por otra parte, alguien comenzará a crecer ineludiblemente. Se trata del jefe del Gobierno porteño, don Mauricio, mal o bien que les pese o no a muchos.
¿Qué lectura puede hacerse para Argentina hacia el 2015 en medio de una crisis mundial avasallante? A cuatro años, es seguro que fuera de Cristina, es difícil predecirlo.
