En momentos que en varias naciones latinoamericanas, entre ellas Argentina, se están cercenando las libertades de expresión a través de invasivas regulaciones gubernamentales para controlar la actividad de la prensa independiente, es importante registrar cuál es y ha sido el principio rector que permitió el descomunal avance y desarrollo de Internet.
La falta de intromisión de los gobiernos, dejando al sector privado la iniciativa y plena autonomía, ha sido la bujía que potenció el crecimiento de Internet desde que fue creado hace 40 años en un laboratorio de la Universidad de California, en Los Ángeles. La libertad ha sido clave para la creatividad y la innovación en el ciberespacio. Y más allá de los beneficios económicos, comerciales y culturales, su último gran avance, las redes sociales, no son producto de ninguna traba o incentivo estatal, sino fruto de una revolución ciudadana espontánea que sigue elevando los estándares de la expresión y la comunicación.
Pero la libertad no puede darse por sentada. Existe un movimiento, actual y de vieja data, de muchos países, poco o nada democráticos, como Cuba, China, Libia, Rusia y Vietnam, entre otros, que consideran que la gobernabilidad privada del ciberespacio -a la que se conoce como Corporación de Internet para la Asignación de Nombres y Números, una firma privada californiana- debe ser suplantada por una agencia multi estatal.
Preocupa, claro, que sean estos gobiernos los que exijan regular, puesto que son los que utilizan filtros para bloquear Internet, castigan con cárcel a los internautas críticos y aplican censura férrea a todo tipo de actividad periodística o expresiva que consideren "contaminante".
Precisamente este criterio de "contenidos desestabilizadores" es el que justifican con actitudes revanchistas Hugo Chávez, Rafael Correa y Cristina de Kirchner para imponer controles legales y éticos a los periodistas y medios. La excusa apresurada de acabar con los "monopolios", no es más que la búsqueda por eliminar a los canales de disenso y crítica, ya que la concentración de medios no es más que el producto de la libertad y competencia que permitieron las leyes hasta ahora, y que nunca han limitado al Estado para incentivar a la sociedad a crear más y mejores medios.
En Ecuador, han apurado al Congreso a aprobar varios proyectos para replantear la ley de comunicación con medidas asfiixiantes. Uno, en particular, de un partido de oposición se entromete tanto en los criterios editoriales que "obliga" a los medios a la autorregulación. Un favor muy especial para el presidente Correa, quien no deja de sermonear a los periodistas y dictar medidas administrativas para cerrar medios de comunicación y abrir los propios que, como en Venezuela, son utilizados para el servicio del gobierno y no del público.
En la misma dirección, se perfila otra iniciativa reciente de Correa para crear un órgano internacional de control periodístico a través del Unasur. Un producto importado del "mapa de guerra mediático" ordenado por Chávez a sus ministros hace unos meses, que ya ha desencadenado en proyectos de ley para castigar los "delitos mediáticos" y los derechos de reunión y de protesta, lo último que queda por prohibir en Venezuela.
