El futuro sustentable de un país depende de la fortaleza de sus instituciones y sistemas, organizaciones que son la gran garantía cuando ocurren cambios políticos y o desplazamientos de autoridades. Los ciudadanos tienen fe en ellas y se sienten respaldados aún en momentos de profunda crisis.

Pero ¿qué se entiende por institución? Por lo general se asume que se trata de organismos o grupos sociales que se proponen la realización de fines o propósitos claros y determinados.

La gente se integra a través de ellos a un sector de la sociedad que trabaja en bien de otros para que las cosas cambien a mediano o corto plazo. En un alto porcentaje no se trata de instituciones construidas sino que son el resultado de un sistema naturalmente evolutivo.

Un sistema debe ser entendido como un todo organizado, un conjunto o combinación de partes que forman un todo complejo y hasta global. Hay en estas combinaciones límites entre el sistema y su ambiente porque pueden surgir ciertas arbitrariedades.

Todo sistema tiene uno o más propósitos y también una estructura de relaciones que define la distribución de sus componentes en respuesta a un objetivo predeterminado. No puede evadirse de este esquema.

El funcionamiento de las instituciones tal como las conocemos, dan respuestas al ciudadano en los temas básicos de la vida como lo son la salud, la educación, el deporte, la recreación, la construcción o compra del primer hogar.

Las instituciones están a cargo de personas y mucho dependerá de ellas en lo que hace al desarrollo de sus actividades y al cumplimiento de los fines legalmente inscriptos en sus respectivas fundaciones.

En los últimos tiempos se advierte cómo algunas instituciones se debilitan. Si se toma la escuela se advierte que la repitencia ha aumentado sensiblemente y que la asistencia regular ha disminuido.

Esta disminución reconoce como primera causa la situación económico-social lo cual obliga a que muchas familias pobres envíen a trabajar a sus hijos a edad muy temprana.

Hay otro fenómeno que distorsionó instituciones. Si se toma como ejemplo la obra social docente (OSPLAD) se advierte, por lo menos en esta capital, que cambió la situación para sus afiliados. Algunas personas consultadas dijeron que la institución está colapsada porque incluyeron en su asistencialidad a otros gremios. Lo cual no ha sido bien pensado desde el punto de vista del compromiso asistencial correspondiente.

Algo parecido pasó con ANSES al haberse incorporado al sistema jubilatorio a 1.300.000 personas que nunca aportaron, cuando se les pudo haber ayudado sin perjudicar al sistema. Al menos que se busque la destrucción.

Esto se vincula con la falta de respeto a las instituciones que creadas para favorecer a los ciudadanos, se manejan luego según los juegos políticos del poder aunque se maltrate a los verdaderos beneficiarios.

Tanto los sistemas como las instituciones que los integran deben favorecer el desarrollo y el crecimiento social, el desenvolvimiento de acciones destinadas a aumentar la calidad de vida de los ciudadanos.

De alguna manera así surge el concepto de unidad que actualmente tanto se olvida y o desestima, pero ello ya lo dijo Cicerón (106 años antes de Cristo) con las siguientes y claras palabras: "De todas las sociedades ninguna más noble, ninguna más estable, que las de los hombres de bien unidos por la conformidad de costumbres y por la amistad”.

Tanto los sistemas como las instituciones dependen de los seres humanos y de su adhesión a los principios y valores que dignifican a la persona y mejoran la sociedad. Y no hay otra forma de entender cómo se sostienen las obras en las comunidades y cómo el hombre no pierde su don orientador.