Un nuevo inicio de clases es un hito clave para el futuro de un país en el que se encuentran docentes llamados a vivir la pasión por enseñar y alumnos alentados a saciar la sed de aprender. Enseñar y aprender son el binomio que encierra el progreso de una nación, que cuando es asumido con seriedad y compromiso mutuo permiten vislumbrar esperanza cierta.

La educación es un requisito esencial para derrotar la pobreza y la exclusión en cualquier sociedad. Casi la mitad de los pobres son niños, por eso es que la lucha contra la pobreza debe apuntar ahí. Si bien en el corto plazo los programas sociales son una ayuda indiscutida para aliviar las situaciones de pobreza, la verdadera batalla requiere principalmente proveer de educación. El mayor nivel educativo está vinculado con mejores condiciones en el mercado laboral. A mayor calificación de la mano de obra, mayor productividad y mejores salarios.

Los datos muestran que la población con mayor nivel educativo tiene en promedio ingresos laborales 1,5 veces superiores a aquellos que sólo completaron el ciclo primario. También a medida que aumenta el nivel educativo mejora la calidad del empleo ya que aumenta la posibilidad de acceder al segmento formal del mercado de trabajo: la tasa de informalidad asalariada entre los ocupados con nivel educativo de hasta primaria completa es del 55% y del 23% para población con nivel educativo superior a secundaria completa. Para la población con educación terciaria completa la informalidad es de sólo el 12 por ciento.

Puede observarse pues, la importancia que tiene la educación como punto basal para combatir la pobreza y la desigualdad. De ahí que todo gobernante debiera considerar como un desafío esencial, el potenciar la educación pública de gestión estatal, ya que es a ella donde acuden la mayor parte de población pobre. Esa educación ha dado al país una ciudadanía formada y culta, e incluso varios Premios Nobel que trascendieron las fronteras de la Argentina: Carlos Saavedra Lamas, Bernardo Alberto Houssay, Luis Federico Leloir, Adolfo Pérez Esquivel y César Milstein.

Es necesario destacar una vez más: la educación es el gran medio para recuperar el país y a sus jóvenes generaciones, y ningún argentino puede ser privado de ese beneficio fundamental: tenga muchos o escasos recursos económicos.