En abril último, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el entonces ministro de Educación, Juan Carlos Tedesco, lanzaron la licitación para dotar de computadores portátiles de bajo costo a los profesores y alumnos del ciclo superior de las escuelas técnicas oficiales, industriales y agropecuarias. Con la inversión de 85 millones de dólares, el proyecto "Un alumno, una computadora", esperaba distribuir los equipos a partir del segundo semestre de este año lectivo, a 9250 docentes y 230.000 estudiantes. Pero recién el 13 de agosto se abrieron los sobres de la licitación, que suscitó malestar en el mercado informático. Se cuestionaron los pliegos, porque técnicamente no eran muy incluyentes y porque la configuración solicitada beneficiaría especialmente a una empresa.

Mientras en Argentina la inclusión de la tecnología sigue siendo una utopía -excepto en la provincia de San Luis-, en Uruguay se avanza de modo ejemplar. En diciembre de 2006, el presidente Tabaré Vázquez lanzó el plan Ceibal que tiene con la ambiciosa meta de que cada chico y cada maestro de la primaria de ese país tengan su laptop con banda ancha. El plan fue implementado ese año, después de escuchar la propuesta que el norteamericano Nicholas Negroponte presentó en el Foro Económico Mundial de Davos, de producir computadoras portátiles de bajo costo para disminuir la brecha digital en los países menos desarrollados. Ya se entregaron 369.000 computadoras, incluidas aquellas para niños ciegos, con discapacidades motrices, sordos y con escasa visión. Y 18.000 a maestros. Desde este año el plan Ceibal incluye a las 328 escuelas privadas uruguayas, pero en este caso, deben pagar las máquinas con descuentos según la matrícula del colegio.

En San Luis, el proyecto es imitar a Uruguay en 2010, cuando los 60.000 alumnos de las escuelas primarias cuenten con su computadora personal, y que ese beneficio alcance a todos los secundarios para 2011. Las computadoras para docentes y alumnos son un paso importante para eliminar la desigualdad escolar.

La tecnología debe ser incluida en el ámbito de la educación, con avances parejos y compartidos para que la escuela prepare a los alumnos a su inserción en el mundo global ofreciendo equidad de oportunidades.