En 1864, Maxwell predijo en su Teoría, que la energía electromagnética se propaga en forma de ondas y, en 1888, Hertz las generó basándose en que las partículas con carga eléctrica moviéndose aceleradamente, debían emitirlas. Las pudo detectar y probó que, como la luz visible, se reflejan y refractan.
Otros experimentos, ampliaron el Espectro de Ondas Electromagnéticas, desde las de radio, de mayor longitud de onda y menor frecuencia, a microondas, rayos infrarrojos, luz visible, luz ultravioleta, rayos X y rayos gamma de pequeñísima longitud y altísima frecuencia.
En el siglo XX, la porción menos energética del espectro, las ondas de radio ó radiofrecuencias, incluidas microondas, hallaron aplicaciones espectaculares especialmente en comunicaciones inalámbricas como la radio, TV, telefonía móvil, radionavegación, radioaficionados, radio digital, redes inalámbricas de computadoras, etc. A principios del siglo, se empezó a investigar sobre detección de objetos distantes. Se sabía que un generador de corriente alterna aplicado a una antena emitía ondas de radio cortas (longitudes de 1 a 10 metros), y que al reflejarse en la Ionósfera (capa de la atmósfera terrestre formada por partículas cargadas), la actividad solar, interferencias de la naturaleza (lluvia, viento, tormentas) ó el paso de aeroplanos, las afectaban obteniéndose malas comunicaciones. En la década del 30, y ante la posibilidad de un estallido bélico, dos británicos, Watson-Watt y su ayudante, Wilkins, intentaron fabricar el "rayo de la muerte” con el objeto de impactar en los pilotos, elevar la temperatura corporal e incapacitarlos en vuelo. Pero no pudieron producir potentes ondas de radio. Propusieron, entonces, detectar aviones basándose en la mencionada interferencia que producían en la propagación de esas ondas. En 1936, se logró hacer funcionar un aparato al que se llamó Radar (detección y localización por radio). Las ondas cortas emitidas por una antena, dispersadas por los materiales metálicos de la aeronave, se reflejaban y un receptor las captaba. Midiendo el tiempo que tardaba la onda en reflejarse, se podía conocer la distancia hasta el objeto. Gran Bretaña sabía del poderío aéreo alemán, por lo que en 1937 se preparó instalando cortinas de radares en sus costas y en 1939 podía detectar aviones a unos 100 km de distancia. Los alemanes exploraron con dirigibles el Canal de la Mancha, pero sus sensores, por defectos técnicos, no los captaron. Fueron decisivos en la primera derrota nazi, la gran batalla de Inglaterra, disputada en el aire durante varios meses. Se dice que caían 8 aviones alemanes por 1 británico, al punto que Churchill afirmó: "el radar ganó la batalla”.
A fin de hacerlos transportables y pasar más desapercibidos, en 1940 comenzó a usarse el Magnetron, una válvula transmisora que reduce la longitud de las ondas de radio a centímetros o sea al rango de microondas, cuya frecuencia no es afectada por la luz solar, ni contingencias meteorológicas, originando buenas imágenes de objetos pequeños, aún en condiciones adversas.
Al ver cómo se quemaban los gorriones que se acercaban a los radares a microondas, el Magnetron se convirtió en la fuente para fabricar los hornos a microondas. Las ondas hacen vibrar las moléculas generando calor. En 1947, finalizada ya la guerra, se dejó de usar para radar, por el uso de nuevos materiales, y encontró esa aplicación comercial que se difundió por el mundo. Los primitivos radares británicos fueron evolucionando, gracias al uso de tubos de ondas progresivas y semiconductores y a partir de 1960, disminuyeron el ruido por la incorporación de circuitos y procesadores digitales y amplificadores de potencia.
En 1991 durante la guerra del Golfo, EEUU y sus aliados probaron con éxito un avión muy caro, el Stealth (furtivo), que al no reflejar radiaciones, no era detectado por los radares iraquíes. En ese momento, fue determinante para el triunfo de los aliados. Pero en 1999, un avión furtivo fue derribado cerca de Belgrado, merced a la combinación de un antiguo radar ruso de onda larga y un misil antiaéreo S-A3. Desde entonces, aunque se intenta dificultar detección, los radares tridimensionales siguen centenares de blancos con análisis digital de señales, por lo que la invisibilidad nunca es segura, y sigue siendo buena opción, volar entre montañas ó rasantes a nivel del mar.
Un invento con fines bélicos, debido a los avances tecnológicos, hoy se usa en meteorología para identificar vientos, lluvia, granizo, tornados. Controlan la navegación aérea, interceptan barcos sospechosos, ayudan a la seguridad del tráfico en carreteras, mapean y clasifican nieve, humedad de los suelos, deforestación, erosión, corrientes marinas. Los SAR (de apertura sintética), forman imágenes de superficies planetarias de algunos metros e incorporados a satélites, exploran tanto la Tierra como Venus, explorado por el Magallanes.
Los radiotelescopios, hermanos mayores de los radares, detectan hasta nebulosas intergalácticas, pues captan la radiofrecuencia que emiten los objetos astronómicos.
(*) Licenciada en Bioquímica.
