La compra de energía se llevó uno de cada diez dólares que ingresaron por las exportaciones. Desde la mirada de las cuentas públicas, se trata ya de un gasto fijo. No obstante que el Gobierno adoptó medidas considerables para contener su avance, la importación de energía se mantuvo durante 2012 en un nivel idéntico al del año anterior, aún en un contexto de menor demanda por el enfriamiento de la economía.

Las importaciones energéticas fueron equivalentes a casi tres de cada cuatro dólares del superávit comercial, que hasta noviembre de 2012 fue de 12.161 millones de dólares. Así lo atestiguan los números del INDEC.

Hasta noviembre del año pasado, las importaciones contempladas en el rubro combustibles y lubricantes implicaron una erogación de 8.690 millones de dólares: un 11,5% de los 75.212 millones de dólares que ingresaron en el país por ventas al exterior. Las compras de energía al exterior tienen otros récords negativos. De los siete ítems que contempla en INDEC en su desagregación por usos económicos, es el único que no registró caídas en la desacelerada economía de 2012. Y alcanzaron un nivel similar al de 2011, año récord en materia de compras de energía al exterior. En ese período crecieron un 110%, de 4.474 millones de dólares a 9.397 millones de la moneda americana.

El peso de las importaciones sobre el mercado cambiario y las cuentas nacionales no fue mayor en 2012 debido al estancamiento de la economía. Algunos indicadores muestran que hubo recesión. La demanda de gasoil, el combustible líquido más importante del sistema energético local cayó 4,43% y el consumo eléctrico se expandió sólo 3,4 % en el año. La producción de gas cayó 3,08% con respecto de 2011 y la producción del petróleo casi no creció con respecto al año pasado. Esto demuestra que el impacto de la estatización de YPF en el volumen producido de hidrocarburos de la Argentina por ahora es casi nulo. Al Gobierno le corresponderá asumir que debe convertirse en un importador eficiente. La economía argentina se ha hecho altamente dependiente de la energía importada porque la producción nacional de gas y petróleo, que representa casi el 90% de las necesidades primarias de energía, viene declinando cada año. Si la declinación no se debe a un problema geológico irreversible, sino a una política energética fallida, con más razón se deberá cambiar esa política para recuperar el autoabastecimiento.