En estas primeras décadas del siglo XXI, el medio ambiente ocupa un lugar central en el plano turístico, considerado hoy por los investigadores como una de las industrias más grandes del mundo.

Es indudable que, según los estudiosos, la actividad turística no sólo constituye una fuerza económica de gran envergadura sino también es un factor que incide en el medio físico.

Si nos preguntamos qué significación tiene el ambiente en el ámbito de la turistología podemos afirmar que éste es el núcleo del producto turístico porque sin duda las inversiones y ganancias en esta área dependen que el destino elegido conserve todos sus atractivos y además los incremente convirtiéndose en un polo que cautive y sorprenda al turista.

Habrá entonces un espíritu de renovación y de entusiasmo para lograr que la infraestructura sea sólida, amplia sin agredir las bellezas naturales y que los recursos humanos hagan del sector, cuyo centro es la hospitalidad y el servicio, un imán donde no solo las divisas importen sino el sentido más humano de plenitud en la admiración del lugar elegido al que se desea retornar en busca de antiguas y nuevas experiencias. Ese plus mágico y a la vez concreto no es un ideal intangible sino que puede volverse una realidad con la ayuda de todos. Primero, venciendo la cultura de la inercia a través de planes de conciencia sobre higiene y preservación de lugares indispensables para el desarrollo de esta gran empresa.

Si tomamos conceptos generales se observa que el turismo posee en sí mismo un poder movilizador de mejorar el ambiente a la vez que con una buena estrategia, basada en políticas públicas, proveerá de fondos necesarios para la preservación; el mantenimiento de la cultura, la historia y fundamentalmente podrá establecer límites para el uso sustentable. Pero por sobre todo es una barrera de protección de las atracciones naturales.

Sin embargo, desde otra mirada, sin estos cuidados y sin una verdadera tendencia a optimizar el valor de esta actividad, un turismo golondrina tiende a destruir en forma inconsciente y despreocupada. Sin una buena planificación es posible que los turistas depreden la vegetación a través de incendios imprevistos, favorezcan el hacinamiento, contaminen las áreas destinadas a caminatas y otros deportes.

Entre otros temas de gran valor, para los planificadores y los responsables de este ámbito, figuran conceptos que deben ser llevados a la práctica tales como: el ecoturismo; el turismo natural; el desarrollo sustentable; la capacidad hotelera y el turismo optativo. Por otra parte, no hay que olvidar los esfuerzos que todos los sectores vinculados al turismo realizan para hacerse responsable del hábitat natural y transmitir a otros esas premisas válidas.

Un turismo responsable mantiene y mejora la calidad del atractivo. El camino está marcado para quienes han pensado normas y medidas para vincular eficazmente el turismo y el cuidado ambiental y procura que los visitantes tengan actitudes consientes teniendo en cuenta los efectos que pueden causar sus acciones en la cultura y del sitio anfitrión.

San Juan posee maravillosos y recónditos lugares a los que puede acceder el viajero. Rescatarlos, ponerlos en valor y hacerlos conocer desde una buena información hasta el incentivo de normas ambientales es una ruta para el éxito.