Un grupo de trescientas personas buscó antecedentes e hizo análisis sin poder dictaminar quienes en realidad mueven los hilos de los destinos de la humanidad.

Por ello afirman que "la humanidad anda en tinieblas” y que la mayor parte de ella no tiene interés en averiguar la verdadera situación.

Sostienen que el sector más amplio de la población ha sido manipulado para que reaccione de esa manera -es decir con indiferencia- y que esa actitud resulta ventajosa para un supuesto gobierno no conocido.

Se hacen conclusiones detalladas sobre lo que pasa con el manejo de la industria y la producción pero en ningún momento se define cuál es el centro de la cuestión.

¿Preocupar por preocuparse…? No tiene sentido cuando de alguna manera se ha logrado un ritmo de vida y de producción que satisface por los menos a mucha gente. Y esto debe ser respetado y respaldado.

Más que las directivas que de a ratos parecerían ser de fuentes no conocidas, interesa lo que siente y lo que hace la gente porque es el sector que se involucra. No es bueno de ninguna manera sentir que se vive en las tinieblas sea cual fuere la significación que se les quiere otorgar a ellas.

La gente abre los ojos porque lee, porque compara y comprende y porque tiene una línea divisoria clara entre lo que le conviene y lo que no le conviene. Pese a estas concepciones que de pronto irrumpen en el imaginario colectivo, siempre hay una opción inteligente y es por la que opta la gran mayoría. La gente sabe lo que necesita y lo que le conviene, aunque hay demasiadas cosas relacionadas con la comercialización en el presente y en el futuro. Se corrobora, sí, que cada tanto aparecen novedades dentro del campo de la comercialización y que la ley de la oferta y la demanda actúa como siempre.

No se sabe hasta cuándo durarán esas realidades porque los gustos y las demandas del ser humano cambian de acuerdo con las ofertas y la publicidad que siempre juega fuerte. Pero hasta el momento, por lo menos en Argentina, no hay indicios de que vayan a producirse cambios que puedan semejarse a zonas obscuras de la humanidad.

El hombre ha permanecido de pie después de experiencias tremendas en el mundo -como las guerras y o las invasiones- y no hay nada que haga suponer que ahora vaya a tomar un actitud diferente.

Por el contrario, cuenta con respaldos que antes no tenía porque el sólo hecho de la difusión inmediata de una noticia poco noble detiene posibles hechos siniestros. En la Argentina, más allá de los partidismos políticos, hay conciencia -no sólo conocimiento- de lo que conviene y de lo que no conviene. Ello impide tomar riesgos inútiles ante situaciones comunes. Hecho importante si los hay porque evita pérdidas de tiempo y de confianza.

Tenemos un país estructurado aunque haya discusiones o se planteen problemas de distinto tipo. El país avanza económica y políticamente y ésto es lo que realmente debe interesar.

Lo demás, las confrontaciones perentorias y o las acusaciones sin pruebas, son los juegos malsanos de la política en cualquier parte del mundo. Nadie puede generar serias dudas en torno de las polémicas políticas. Y cuando ocurre algo que lleva a la duda de la existencia democrática hay que reaccionar antes de que sea tarde.