Hay algo que a Jaque jamás le perdonarán los mendocinos. Podrán estar furiosos porque no consiguió reducir un céntimo la inseguridad que forzó la retirada del cobismo, por ser protagonista de un marcado deterioro económico, por el timorato manejo político del gobernador que los hace saltar de crisis política en crisis política, pero lo que no entra en el nivel de tolerancia es caer a un segundo plano regional a manos de sus vecinos sanjuaninos. Ah, no, eso no.
Nunca ocurrió, y probablemente nunca vuelva a ocurrir, que el liderazgo político y económico de la región cambie de manos como ahora. La historia contemporánea enseña que la relación 3 a 1 que impone la cantidad de habitantes entre Mendoza y San Juan fue generalmente más agrandado que disimulado en la ponderación de una y otra en la marquesina global. Siempre los mendocinos deslumbraron en proporciones: si para este lado hacían esfuerzos para que viniera Racing, en Mendoza jugaban River y Boca; si acá llegaban los Auténticos Decadentes, allá cantaba Serrat; si acá algún político conseguía meter un bocadillo, allá reportan ministros como Manzano, Baglini, Flamarique o figuras como Bordón o Cobos; si acá hay un asalto, allá hay 25; y si acá nos flagelamos para armar alguna que otra fiestita para entretenernos de entrecasa, allá se despachan con una imponente y envidiable fiesta de exportación como la Vendimia.
Así fue siempre la Vendimia. La fiesta que una vez por año hizo morir de admiración al país y especialmente a San Juan. Transmitida en directo por la televisión y la radio, la fiesta mendocina fue comprada en estos pagos como la fiesta de la vitivinicultura, de la que obviamente San Juan se siente parte. Y la compraron los comerciantes locales, que son quienes sostienen año a año unas transmisiones que marcan ratings asombrosos. Todos los años aquí, la gente disfruta con la vía blanca, vibra con el show del Romero Day y comenta al día siguiente en la verdulería si la reina de la Vendimia estuvo bien o mal. Todos la vieron.
Pero de a poco, la relación de fuerzas comenzó a cambiar. El comienzo fue con Cobos, por eso pasarle la factura completa a Jaque parece una injusticia. En los años en que Gioja y el vicepresidente y número puesto para las presidenciales del 2011 coincidieron, el eje de las decisiones empezó la correrse desde el clásico monopolio mendocino -y lógico, por otro lado, si es que el grueso de la industria y los organismos estatales está en Mendoza- a un nuevo mapa de protagonismo compartido. Muchas consultas empezaron a correrse del barrio Cívico mendocino a Desamparados y así el timón económico -el más importante, claro- empezó a tener dos manijas.
Todo se precipitó con Jaque. Un dirigente nacido en las entrañas del giojismo más allá de su procedencia sureña como intendente de pergaminos en Malargüe. Empujado desde estos valles con la intención de arrancarle a Cobos el dominio provincial -algo que consiguieron- pese a que ambos reportaban en aquellos tiempos a la misma alcancía: el kirchnerismo. Acusado de monigote de Gioja, Jaque debió dedicarle varias piruetas a diferenciarse del sanjuanino pero nunca pudo quitarse la aureola de dependiente político de los vecinos. Los vecinos más chicos, los que siempre fueron al pie. Pecado mortal.
Cambiaron los tiempos y la furia de los mendocinos fue tomando calor. Primero, porque Jaque quedó solo y a las señas haciendo gala de pertenencia a la desgastada imagen de los Kirchner. Después, porque Cobos consiguió cortar por el atajo para mostrarse ajeno a esa historia. Y al final porque nunca pudo disipar la influencia regional ejercida por Gioja desde San Juan. Entonces, en Mendoza empiezan a preguntarle en voz alta a su gobernador de qué sirve mantener como virtud exclusiva la pertenencia al proyecto político nacional, si entienden que lo que depende de la voluntad de CFK mantiene inclinación hacia los vecinos sanjuaninos. Se lo recuerdan todos los días los títulos de los diarios: "otra de Gioja", remarcan cada vez que hay una noticia en la que aparece ese fantasma.
Explotó todo con la Fiesta del Sol. Venía el clima calentito con la sombra sorpresiva que el evento sanjuanino empezó a ocasionar con la clásica Vendimia, cuando el blooper del gobierno nacional de no incluir al evento mendocino en la agenda de actos del bicentenario hizo estallar la furia. Justo a la Vendimia, uno de los eventos más tradicionales del país, fuera del bicentenario. Lo arreglaron al día siguiente, pero nadie pudo evitar las suspicacias: ¿hubo una mano negra?.
Prefieren por estos lados narrar la fábula del yacaré que duerme y es cartera. Tiene gimnasia Gioja y compañía en golpear puertas de despachos -aún los más menores- para arrancar algún gesto nacional. No plantean el uno contra el otro, pero conocen el clima que se respira.
Hubo varios episodios de este estilo. Pero lo más sorprendente fue la escena de celos de la Vendimia con la Fiesta del Sol, proveniente del sector empresario en plan de queja hacia Jaque porque dicen que San Juan promueve su fiesta a nivel nacional como no lo hace Mendoza. Justo la histórica queja sanjuanina respecto de su espejo, pero al revés. Cómo cambian los tiempos.
Lo curioso fue el supuesto del que parte. Que un evento que año a año gana en importancia como la Fiesta del Sol, a pocos kilómetros y a una semana de diferencia de Mendoza y su Vendimia, es una competencia peligrosa. Porque justamente el relanzamiento de la fiesta sanjuanina hace pocos años fue vinculada a propósito con la Mendoza para potenciar a ambas, no para que compitan. Para que pudieran vender paquetes turísticos en conjunto y ofrecer dos fiestas regionales en poco tiempo.
¿Puede, por el contrario, la Fiesta del Sol arrancarle visitantes, esplendor y autoridad regional a la Vendimia? Difícil. Entonces, la cuestión pasa por no dejar crecer ningún brote alrededor y es eso, la dificultad de dejar vivir a los demás, lo que enfureció a los sanjuaninos. Responden con el argumento de que si un evento es demasiado nuevo, resulta lógico que disponga de un despliegue de difusión más generoso que otro evento que está debajo de la piel, en el ADN no sólo provincial sino nacional, pese al olvido nacional.
No habrá caído bien, se entiende, cierta tendencia del Sol a competir en cartel en serio con la Uva. Desde la llegada de Susana para empardarle a Mirtha, a la organización este año de números musicales de primerísimo orden y que seguramente atraerán público mendocino a San Juan como la juntada de la Sole, los Nocheros y el Chaqueño Palavecino en el mismo escenario, o los Midachi. Pero nada que parezca poner el riesgo el éxito social, político y comercial que todos los años es la Vendimia.
Pocos años atrás, a cualquier actividad comprovinciana le hubiera generado ilusión al menos la chance de acampar bajo el ala de su correlato mendocino. Por lo tanto, lo que hoy ocurre les sabe a gloria. No sólo por hacerse un sitio, más por búsqueda propia que por gentileza ajena, sino notar cómo el nuevo tablero comienza a hacer subir temperatura.
Claro que los cruces fratricidas no conducen a nada, ni tendrán ganador de uno sobre otro. Del lado de San Juan, deberán apuntar los esfuerzos en contener, y del mendocino en permitir. Lo que ocurre hoy es al revés: picoteos subidos de tono y en plan de expansión hasta la orilla del peligro.
Lo notaron en carne propia varios funcionarios involucrados en los asuntos de interés interprovincial y lo resumió el propio gobernador Gioja. Fue cuando, al límite de la provocación -más mediática que política- resumió el estado de las cosas: "déjese de joder".
