La sucesión de precipitaciones níveas en la alta cordillera sanjuanina, que todavía continúa, ha generado un excesivo optimismo en algunos sectores, vaticinando el fin del ciclo de una sequía prácticamente sin precedentes, por la persistencia en los últimos cuatro años. Si bien nadie duda sobre la nueva temporada de deshielo rica en caudales, todo indica que se debe ser cauteloso a la hora de hacer vaticinios generosos.
De acuerdo a las observaciones, la nieve acumulada en la cuenca del Río San Juan es potencialmente importante, pero esto no indica que henos dejado atrás el estado de emergencia hídrica, porque en el mejor de los casos la próxima temporada todavía será insuficiente para cubrir la media de consumo normal de 1.400 hectómetros cúbicos en los valles de Tulum, Ullum y Zonda. Según el director del Programa "Gestión Integral de Cuencas Hidrográficas, Ingeniería Hidráulica y Ambiental” de la UNSJ, ingeniero Oscar Dolling, los estudios de imágenes satelitales todavía señalan a la presente campaña como "pobre” desde el punto de vista del derrame hídrico.
De acuerdo a esta investigación, publicada en el Suplemento Verde de este diario, el pronóstico de escurrimientos realizado con imágenes satelitales de mucha precisión para el período de octubre de este año a septiembre de 2016, prevé un volumen anual de escurrimiento probable de 1.013 hectómetros cúbicos con mayores caudales en diciembre, promediando 42,47 metros cúbicos por segundo. Sin embargo la particular distribución de nieve caída entre la mitad de julio y septiembre genera incertidumbre sobre la distribución temporal de los caudales. El derrame, para el período mencionado, que depende de probables nevadas tardías como las de la semana pasada, se ubica en 1.300 hm3 y el mínimo en 800 hm3, o sea sin alcanzar la demanda promedio de 1.400 hm3 de nuestro principal oasis.
Este panorama puede variar por la permanencia de los temporales cordilleranos, pero obliga a despertar la conciencia acerca de la necesidad de ahorrar agua como se hizo durante la sequía; esto es manejar el riego con igual austeridad y la distribución de los últimos años, y en todas las actividades que requieran del vital elemento. Afortunadamente San Juan tiene reservorios para enfrentar nuevas contingencias, y son las presas las que garantizan un futuro sin sobresaltos.
