Hoy muchos argentinos se quejan por el gran aumento tarifario que hay, producto de la quita de subsidios del Estado. Durante décadas el peronismo populista utilizó este sistema de subsidios como herramienta política para captar votos y así mantenerse en el poder. Cristina Fernández quiso “regalarles la luz, gas, agua y pasajes de colectivos”, a los habitantes de la ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense, ya que allí se concentra el 40% del padrón electoral, a expensas de los habitantes del resto del país, siendo un sistema inequitativo porque excluye al resto del país, que financia el sistema tarifario por múltiples vías, muchas de ellas impositivas. En el tercer gobierno del peronismo kirchnerista, 2011 y 2015, esa distorsión fue tan absurda, por que en provincias como San Juan, Córdoba o Mendoza, sólo por nombrar algunas, una boleta de luz era 6 veces más cara que una de Capital Federal o el Conurbano bonaerense. La principal fuente de financiación del populismo tarifario fue la emisión monetaria y esto nos condujo, entre otras causas de descalabro estatal y saqueo de las arcas, a estar al borde de la hiperinflación.

Subsidios, un invento que destruye la economía

El peronismo que nos gobernó, hizo creer a muchos, que el “regalarles”, pagando a muy bajo costo, los diferentes servicios, eso beneficiaría a los que menos tenían, provocándoles un ahorro en su magra economía, para que tuvieran un resto para invertir en consumos y así se movilizaba la economía. La realidad es que tomando todos los subsidios económicos desde 2006 hasta septiembre de 2023 y pasándolos a dólares al tipo de cambio oficial, se gastaron U$S 270.856 millones de dólares, casi el 50% del PBI (Producto Bruto Interno) de la Argentina.

El economista Roberto Cachanosky sostiene que “lo único que han logrado los subsidios económicos es consumir el stock de capital en varios rubros, dar un pésimo servicio y generar un creciente gasto público que derivó en más déficit fiscal, emisión monetaria e inflación, además de haber profundizado la pobreza y la indigencia”, una afirmación que nos demuestra que tiene razón en esta Argentina con más del 50% de su población pobre.

Jubilaciones 

Por definición, la jubilación es el procedimiento administrativo de abandonar el mercado laboral principalmente por motivos de vejez. Sin embargo, es un trámite que también puede iniciarse por situaciones extraordinarias que impidan al individuo seguir trabajando. Esto sucede, por ejemplo, en caso de un accidente que ocasione invalidez permanente y/o parcial. Para acceder a la jubilación puede solicitarse un número de aportes y edad, en nuestro país es de 30 años de aportes y un mínimo de edad, en la mujer 60 años y en el hombre 65 años. Estos límites de edad se vienen incrementando paulatinamente en todo el mundo en la medida que aumenta la esperanza de vida.

Los gobiernos peronistas, con su ideología y visión populista, decidieron llamar “Jubilados” a aquellos que no cumplían la totalidad de aportes o nunca hicieron. En el país, actualmente, hay 7 millones de adultos mayores que reciben un haber jubilatorio o pensión por los aportes hechos por el cónyuge fallecido. De esa cantidad, 5.417.890 son jubilados y 1.638.617 pensionados, según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA). 

Hoy, el 58% de los “supuestos” jubilados y pensionados, accedió al sistema mediante algún tipo de plan de regularización o condonación de deuda previsional, es decir, no contaba con la cantidad de años de aportes suficientes o nunca aportaron. Según los datos del último Boletín Estadístico de la Seguridad Social que publica el Ministerio de Trabajo, correspondientes a septiembre pasado, los haberes liquidados sumaban 7.056.507, de los cuales 4.083.700 fueron con moratoria. Esto implica que sólo 4 de cada 10 jubilados o pensionados accedió al beneficio con los 30 años de aportes registrados, tal como exige la ley.

Hoy cuando la oposición al gobierno de Milei y muchos desinformados, “se quejan hasta las lágrimas” por los “pobres jubilados que cobran una mínima”, deben tener en cuenta que del 100% de ellos sólo el 5% hicieron la totalidad de aportes, pero el 95% son los que nunca lo hicieron.

 

Por Jorge Reinoso Rivera
Periodista