El gasto público, en casi todos los países, es una variable indomable de la economía, casi imposible de controlar y menos ahora, frente a la crisis global.

Los gobernantes buscan justificarlo frente a necesidades sociales impostergables pero, en el caso de las obras públicas, sean ejecutadas por particulares o por el Estado, también son difíciles de controlar por los mayores costos, la calidad, u otros factores que frustran las mejores intenciones. La soluciones, que nadie quiere asumir, es contar con un marco legal que facilite el acceso a la información pública, para que todo ciudadano pueda solicitar datos o hacer el seguimiento de los gastos e inversiones del Ejecutivo.

El gasto público primario (sin el pago de los intereses de la deuda) aumentó 271% de 2004 a 2008, con un gran salto en 2007, y creció el año pasado a 80.000 millones de dólares, cifra insostenible en 2009 por la caída de los ingresos. El superávit, registrado en febrero último, fue de 1600 millones de pesos, la mitad del alcanzado en igual mes de 2008, con 3178,9 millones de pesos. Por ello las consultoras privadas afirman que el Gobierno no tiene margen para incrementar ahora las erogaciones en un 25% por la campaña. Cometer tal imprudencia política, dejaría directamente las cuentas en rojo.

Por otra parte ha fracasado la política de sostener e impulsar la economía mediante el mayor consumo del mercado y los aumentos de salarios. Esta posición sería válida si también se ajustaran tales objetivos a la productividad, eficiencia y competitividad de los productos nacionales en los mercados internacionales.

La medición de los beneficios o incrementos de la riqueza nacional mediante algunos gastos del Estado, no está debidamente medida. La prudencia fiscal debió ponerse en práctica en el largo período de bonanza económica y llegar a estos momentos de crisis mundial y empobrecimiento nacional con fondos genuinos para inyectar en el mercado y mantener la economía a flote. De lo contrario seguiremos con un gasto público indomable.

Ahora, cuando se necesita financiar la producción y la gestión del Estado, el país se encuentra aislado, fuera de los organismos financieros internacionales y nos costará insertarnos nuevamente en los circuitos multilaterales que nos puedan brindar una estabilidad real, que afiance el crecimiento del ingreso nacional.

La política de contención irreal de precios está demostrando que no sirvió para contener la inflación y que sólo la mayor producción, el ahorro y la prudencia de todos los sectores, son los métodos adecuados para una economía sana.