A casi dos meses de resuelta la elección presidencial, aún replican las propuestas que con un cierto grado de realismo y de oportunismo fueron formalizadas en un marco de debate, donde en los tramos finales se espoleó como tema central de discusión la idea de la continuidad o del cambio.
Y dentro de ese cúmulo de propuestas no se escatimaron esfuerzos para manifestar que la Argentina debía encaminarse hacia esa senda de crecimiento, desarrollo e industrialización, relacionado con ese tan preciado pero esquivo destino de grandeza, al cual siempre se hace alusión.
En este contexto, lo que más llamó mi atención es que en ningún momento se haya hecho expresa mención a la minería, cuando es conocido que no existe la posibilidad de alcanzar un real grado de industrialización si ese desafío no se apoya, en un decidido desarrollo minero.
Esto no lo afirmo yo. Lo dictamina un escenario mundial y global, que de la misma forma en que da cuenta que la minería participa en todas y cada una de las actividades productivas e industriales imaginables, en todos los procesos de elaboración y transformación posibles, y en todo tipo de avance cientifico-técnico, muestra indubablemente además, que la diferencia entre el Desarrollo y Subdesarrollo lo brinda ese poder militar, científico, tecnológico, industrial etc., que en gran parte sólo es posible construir desde la existencia de la minería, los minerales y los metales.
Por esta razón, la minería excede el ámbito de lo productivo, económico y ambiental, ya que encarna un problema político, geopolítico y geoestratégico, donde desde la diversidad que representa el destino del recurso minero, los países pueden concebirse sólo como proveedores de materias primas minerales, o como países del primer mundo, desarrollados e industrializados.
Bajo estas circunstancias no dejo de pensar con cierto grado de convencimiento, que el problema que impide a la mayoría de nuestra clase política y dirigente a visualizar en toda su magnitud el problema que padece nuestra realidad minera, se relaciona con 3 circunstancias que no dejan de ser dañosas y preocupantes: la falta de realismo, el desconocimiento y la ingenuidad.
En términos de su abundancia y de la necesidad con la que son requeridos, la gran mayoría de los minerales no se encuentran en el mundo desarrollado, en los países altamente industrializados, ni en los países de origen de las empresas transnacionales. Se localizan fundamentalmente, en los países periféricos y subdesarrollados.
Nuestra Latinoamérica posee más del 30 % de las reservas mundiales de minerales, y en tal condición, nuestros países albergan reservas globales.
En una relación 67%/33%, la Argentina detenta el privilegio de compartir con Chile la parte más extensa de la Cordillera de los Andes, considerada a nivel planetario como el reservorio más imponente, importante, promisorio y diverso de minerales integrados.
Las empresas extranjeras, desde sus capitales de inversión que se hacen necesarios para poner en valor parte de nuestra riqueza minera, no tienen como objetivo resolver las necesidades de industrialización que se declaman, los de desarrollo que se necesitan, y la de creación de nuevos polos estratégicos de crecimiento regional que se hacen impostergables. Están destinados a resolver desde el escenario global los requerimientos de materias primas minerales que sus países demandan, para mantener su condición de países altamente desarrollados e industrializados y para sostener el poder hegemónico, que le confiere su linaje de potencias mundiales.
Tiene razón el subsecretario de Minería, Ing. Mario Capello, al señalar que la eliminación del cepo al dólar y las retenciones a las exportaciones contribuirán a captar inversiones y a restablecer la seguridad jurídica demandada por las empresas extranjeras. Pero pese a la importancia que revisten estas prerrogativas, estas empresas no tendrán impedimentos para paralizar legítimamente sus operaciones.
Me parece poco feliz la afirmación ‘Perú tiene una legislación inteligente y eso es lo que tenemos que hacer acá’, porque ese país no sólo padece el mayor nivel de conflictos que afecta a la minería a nivel mundial, sino que debido al rechazo que pesa en torno al proyecto de cobre ‘Las Bambas’, cinco personas perdieron la vida, decenas fueron heridas, y en 6 provincias pertenecientes a los departamentos de Apurimac y el Cuzco, el Gobierno se vio forzado a decretar el estado de emergencia. Este ambiente para la minería, no es imaginable para nuestra provincia ni la Argentina.
Por esta razón debemos afianzar desde una política de fomento: la emergencia de un empresariado minero nacional, la creación de las pymes mineras y el desarrollo e industrialización del país, en el contexto de un modelo minero soberano, donde la actividad minera cuente con la licencia social.