Al Gobierno nacional lo apremia poner en marcha los objetivos que llevaron a estatizar a YPF, a través de metas difíciles de congeniar entre el modelo económico, las necesidades financieras y los socios estratégicos que busca la compañía en el exterior para poder ser competitiva hasta al autoabastecimiento perdido.

La frialdad de los números no presagian optimismo, por lo menos en lo inmediato, ya que el plan estratégico que presentará esta semana el titular de YPF, Miguel Galuccio, pretende obtener inversiones externas anuales por 7.000 millones de dólares, una cifra que no es fácil conseguir no obstante el potencial hidrocarburífero de la compañía, explicitado por la autorizada palabra del profesional argentino de gran prestigio internacional. También la empresa requiere transferencia tecnológica de primer nivel a través de un socio estratégico multinacional para explotar yacimientos no convencionales, como la cuenca de

Vaca Muerta, en Neuquén, que exige trabajos atípicos que el mercado doméstico no puede ofrecer, como también recursos para buscar crudo y gas en zonas marginales o provincias no petroleras, caso de Buenos Aires, Santa Fe y San Juan.

En este contexto de soberanía hidrocarburífera se enfrentan la realidad cierta que señala Galuccio para fortalecer a YPF, por un lado y por otro la política económica del Ejecutivo. Es una tarea problemática crear confianza en el exterior para atraer capitales a un país con compañías asfixiadas por falta de rentabilidad debido a las regulaciones y sin reglas de juego claras e inalterables. Incluso los bancos locales se resisten a prestarle a YPF por más de 9 meses en pesos y de hacerlo reclamarían una tasa equivalente a la inflación calculada por las consultoras privadas: un 24% que sería insostenible para la compañía.

Pero el problema de fondo sigue siendo político, porque quienes están verdaderamente interesados en participar en YPF son los empresarios oportunistas que han prosperado al amparo de las prebendas de los gobiernos. A los amigos del poder les fascina el negocio petrolero y por ello no sorprende que un grupo de empresarios pretenda asumir el riesgo petrolero sin ninguna experiencia, tecnología y capitales genuinos. Si se mantiene esos objetivos YPF podría, en corto plazo recuperar su producción.