El 17 de julio de 1995 -hace 15 años- fallecía en Buenos Aires el quíntuple campeón mundial de automovilismo, Juan Manuel Fangio. Corolario de esta fecha y en homenaje a semejante figura se instituyó el "Día Nacional del Automovilismo Deportivo". Es de destacar que el inolvidable accionar del "Chueco" incluye no sólo a sus formidables hazañas automovilistas, las cuales no tienen parangón en el historial deportivo de este rubro, representa, además de sus hazañas consideradas por si mismas; dos variables que lo llevaron al panteón de los grandes. Primero es su tesón y perseverancia para superar las carencias sociales en que estaba inmerso, sin olvidar y mucho menos desdeñar de su origen. Nacido casi con el siglo XX, era hijo de una humilde familia de inmigrantes italianos. Su pasión por los "fierros" nació en su primera juventud, cuando trabajaba en un taller mecánico. Se cuenta que abandonó la escuela primaria para trabajar como operario mecánico en un taller de "Studebaker", en Balcarce. Allí, entre ruidos y afinamientos de motores, con sus manos empapadas de grasa y aceite, se hizo clara su vocación por los autos, disposición ésta que supo conducir de forma íntegra. Con gran esfuerzo fue subiendo escalones, como muchas personas de aquella incipiente clase media argentina, sin acomodos y prebendas. Aquí podemos considerar dos hitos: Primeramente en 1929, cuando participó en su primera carrera, como acompañante de Manuel Ayerza, en un "chivo" modelo 28 de 4 cilindros. Y luego en mayo de 1950, cuando obtuvo su primer triunfo mundial, en el Gran Prix de Mónaco, con un Alfa Romeo. Acorde fue conociendo los triunfos y laureles, Fangio jamás se olvidó de su origen, manteniendo siempre una humildad que rayaba la timidez. La otra segunda virtud que hacíamos referencia, es que Fangio es un caso único en la historia, en cuanto a su caballerosidad deportiva, un valor que pocos deportistas detentaron y detentan. En innumerables ocasiones de su vida como piloto demostró una conducta sin igual, que fue aplaudida por todo el mundo deportivo. En este tema tiene que ver su férrea disciplina deportiva, actuando para llegar primero, pero sin ningún tipo de transgresión a las normas establecidas y mucho menos actitudes de animosidad contra su ocasional adversario; contrariamente sus pares siempre lo admiraron y aplaudieron. Esta actitud tan inmanente a su personalidad llevó a que fuera gratificado con un sentido premio, cuyo titulo reza así: "Mejor Deportista de la Historia del Deporte Argentino". Es así que la figura de Juan Manuel Fangio es gloria pura, simboliza y se identifica -como alguien expresó- como una "fiesta" en nuestro mundo deportivo. Hizo felices a varias generaciones de argentinos, y llevó a nuestro país al pináculo de las glorias deportivas.