Cuando las noticias puntuales de los medios prácticamente han olvidado la actividad que cumple el primer satélite argentino de telecomunicaciones en su órbita, el Arsat-1, diseñado y fabricado en el país, pasó recientemente por una de las pruebas más severas a que son sometidos los artefactos espaciales para comprobar su funcionamiento en situaciones extremas.
A seis meses del lanzamiento, soportó con éxito su primera temporada de eclipses, entre el 26 de febrero y el 13 de abril último, lo que constituye la prueba de máximo rigor para comprobar subsistemas térmico y de potencia. Se trata de una de las dificultades más serias que afrontan los satélites geoestacionarios durante su vida útil: entrar y salir de la sombra que refleja la Tierra sobre su estructura.
El desafío del Arsat-1 fue pasar todos los días por un cono de sombra y penumbra generado por el planeta, sin recibir luz solar directa. En esos momentos se pudo determinar la resistencia térmica del sistema tras pasar velozmente del intenso calor al frío extremo, sin que se alteraran los subsistemas de funcionamiento, en tanto la energía almacenada en las baterías garantizaron el funcionamiento de los sistemas activos y de comportamiento nominal.
De acuerdo a la experiencia de las naciones más desarrolladas en materia espacial, si un satélite geoestacionario supera exitosamente la primera etapa de eclipses, la vida útil proyectada estará garantizada para toda su prestación operativa. En el caso argentino, la experiencia sirve para el Arsat-2, que será lanzando septiembre venidero, y justamente ahora se está cumpliendo con la fase de los ensayos ensayos ambientales una serie de pruebas de laboratorio que incluye tanto la aptitud para resistir las condiciones del lanzamiento como también de vida en el espacio.
El Arsat-1 tiene una potencia de 3.400 watts y fue desarrollado a lo largo de siete años y fabricado en San Carlos de Bariloche por la firma rionegrina Invap y la empresa Argentina de Soluciones Satelitales (Arsat). Es parte de una plataforma espacial para brindar servicios continentales de telefonía celular, televisión digital, Internet y transmisión de datos, con cobertura a zonas aisladas o con baja señal. Junto con el Arsat-2 y el Arsat-3, que será puesto en órbita en 2017, Argentina tendrá una constelación satelital de telecomunicaciones con llegada a toda América latina y trazará un haz sobre Estados Unidos, lo que indica absoluta independencia y también un oferente de servicios tecnológicos.